miércoles, 4 de noviembre de 2020

Algo real...

Dame algo real
Dame tu alma de oro
Que no te voy a fallar
Yo no te voy a fallar

Dame algo de verdad
Ábreme tu tesoro
Que no lo pueda olvidar
Yo no lo voy a olvidar, ah-ah-ah

Y si me das una luz
Y si me das una luz
Que no se muera mañana
Que no se muera mañana

Y que dure lo que tenga que durar
Y que dure lo que tenga que durar
Algo real


domingo, 13 de septiembre de 2020

A la izquierda

Hablar de Neruda se ha vuelto rimbombante. Estar a la altura de Neruda, sin saber muy bien ni de qué se habla.

¿Quién muere? Según Neruda, por supuesto.

Muere lentamente 
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien se trasforma en esclavo del hábito
repitiendo todos los días el mismo trayecto...
Muere lentamente quien evita la pasión y su remolino de emociones
justamente estas que regresan el brillo
a los ojos y restauran los corazones destrozados

¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy


Y aquella noche todo volvió a encajar. 
No te diste cuenta, pero llevabas mucho tiempo diciéndome que me quedaba mejor el flequillo a la derecha, y justo ahí era imposible retenerlo, hay un remolino innato que no lo deja quedarse.
En aquellos días, las cosas volvieron a su sitio.
Nosotros volvimos a mirarnos, a hablar, a besarnos y a hacer el amor.
Y te diste cuenta de que mi flequillo siempre estuvo mejor a la izquierda, como mi corazón. 
Como yo.
__________________________________________________________________ 

El pasado está ahí, pero hay que dejarlo ahí. No se puede andar jodiendo, traerlo, hacerlo presente y volver a vivirlo.

"Roma, Adolfo Aristarain"




martes, 8 de octubre de 2019

Mi patria


El Guadalquivir. Me dio igual el lado de la orilla, pero, así imaginé siempre la felicidad. En absoluto atisbé mi destino fuera de sus orillas.

Porque Sevilla está tan dentro de mí como lo está mi madre; como lo esta mi padre menando la cabeza mientras escucha alguna canción de esas sin voz, sin cantante. Siempre ha defendido la música instrumental desde la tajante pedantería de, o tienes una voz que mejora lo que escuchas o, mejor, cállate.

Realmente Madrid no es nada. Las distancias no son nada. No puedo no recordar a Federico Luppi y su ¡La patria es un invento! Y su mítica frase de que la nostalgia es un invento. Yo no sé si es un invento, pero sé que la he sentido. Siento nostalgia de mi niñez en playas de Málaga donde las únicas canas eran las de mi abuela. Siento nostalgia de mi intensidad y de mis años de universidad. La siento, también, de mis noches de ron infinito bañándonos en piscinas congeladas a las cinco de la madrugada. Siento nostalgia de mi falta de resacas, de la falta de responsabilidades y de la ausencia de sentimiento de culpa de no cumplir con las obligaciones estipuladas.

Pero realmente he ultimado la alusión a la nostalgia con ensueño.

Él es mi ensueño. Con él me siento más Dulce María Loynaz de lo que jamás la pude leer.
Jesús es ese refugio donde se encuentran el madurar y la felicidad. Con todas sus curvas y oscilaciones. Es ese lugar donde te sientes tan tú, que todo lo anterior mereció la pena. Me aporta esa armonía entre el desahogo, el placer y mi yo más inconformista.
En fin, es que el tiempo pasa. Es que él esta en Berlín y dormir sin él no es lo mismo. El descanso con él es distinto, aunque duerma bien. Al final la patria son las personas y, Jesús es mi Patria.

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Dulce María Loynaz



jueves, 23 de agosto de 2018

¿Qué son los 30?

Los treinta. Madre mía...los treinta.

Podría empezar por el final. Era yo más vieja a los 20. 
Cuando llevaba a los hombros vidas ajenas. Cuando priorizaba un comité provincial al cumpleaños de mi madre. Cuando no sabía lo que tenía que exprimir aquellas palabras de Mercedes en la clase de historia medieval; y aún no sé que ponerme para salir de copas, pero al menos ahora si sé que elija lo que elija, estaré bonita. 

Los treinta daban vértigo. Los treinta eran otra cosa cuando aprobamos selectividad y esperamos un futuro que no es el que luchamos. Hubo tantas manifestaciones, tantos encierros universitarios y ni treinta 15M han conseguido demasiado. Ahora, ni los veinte ni los treinta, ni los que vengan, cambiaran el que crea que la lucha es el camino. Lo que si pasa es que a los veinte el camino no es tan enrevesado, no hay responsabilidades ni facturas. A eso juega este sistema. Como en un tablero de ajedrez los años nos hacen pasar de reyes o damas a simples peones, en el fondo, lo que siempre fuimos.

¿qué son los treinta?

Son las dobles en comendadoras con mis amigas cualquier día de la semana. Son las mañanas en este piso de Espíritu Santo, que ahora es mi hogar, esperando que salga este horrible café de la cafetera italiana más barata del mercado, los treinta son la calle pez y ese bar con olor a fritangana infinita al que tanto cariño le tengo. Los treinta son haberme enamorado como creía que no era posible. Hacer verdad los versos de Benedetti "la desdicha se llena de milagros, el miedo se convierte en osadía y la muerte no sale de su cueva.
Los treinta son mis padres haciéndose mayores pero siendo mis pilares igual de fuertes que lo han sido desde el día en el que nací. Los treinta son la aventura en la que me embarqué ayudando a mi hermano a encontrar un camino firme.
Los treinta son ir a comer salmorejo a la Gloria, cervezas al Balcón de Malasaña y café a cualquier sitio rico que este cerca. Y después a echarnos un rato en casa, a relajarnos y disfrutar del sexo de un modo que para lo único que queda hueco en lo que reste de día es para una ducha, algo de tele y dormir.
Los treinta son Jesús; la firmeza que encontré es sus ramas y la falta de miedos a que esas ramas se tuerzan, se resquebrajen o se rompan. Son las ganas de cuidarlas y regarlas; La ilusión de creer en ellas porque no asfixian porque no pesan, todo lo contrarío. 

Los treinta no me producen el vértigo que planificaba.

Así que sin más, feliz Cumpleaños, Ana.

Bienvenida a la treintena. 


jueves, 23 de noviembre de 2017

2017

Sábado fue, y capricho el beso dado, 
capricho de varón, audaz y fino, 
mas fue dulce el capricho masculino 
a este mi corazón, lobezno alado. 

No es que crea, no creo, si inclinado 
sobre mis manos te sentí divino, 
y me embriagué. Comprendo que este vino 
no es para mí, mas juega y rueda el dado. 

Yo soy esa mujer que vive alerta, 
tú el tremendo varón que se despierta 
en un torrente que se ensancha en río, 

y más se encrespa mientras corre y poda. 
Ah, me resisto, más me tiene toda, 
tú, que nunca serás del todo mío.

viernes, 26 de mayo de 2017

Hermano pequeño

LOS HIJOS, MI HIJO, NUESTROS HIJOS

Por fin, ya estás en la cama. Ya hay silencio. Todo está en orden. Entonces piensas “qué maravilloso sería tener más tiempo para mí. Quisiera dejar de reñir, de perseguir. De ser espía y policía, de ordenar lo que desordenan, de recoger. De controlar. ¡De pelearme con los niños!”.
Pues todo eso llegará. La casa estará ordenada. Las paredes limpias. Nadie te desafiará ni te llevará la contraria. Tampoco tendrás que hacer deberes con nadie ni obligar a nadie a poner la mesa. En tu casa habrá silencio. No habrá risas. Ni abrazos entre hermanos. No habrá manitas sucias que ensucien lo que limpies. Ni conversaciones sobre novios ni amigos que ya no lo son. No habrá visitas al psicólogo o al pediatra. Ni clases de refuerzo.
Tus hijos habrán dejado el nido.
Entonces te darás cuenta que todo aquello que en su momento te parecía una carga, la perspectiva y el tiempo lo han convertido en recuerdos de oro.
Nuestros hijos no nos dan trabajo. ¡Son nuestro trabajo!
El periodista Pedro Simón lo dice mucho mejor que nosotros:
“Te tropiezas con un balón de espuma y encuentras un muñeco bajo el sofá. Giras el grifo del lavabo y descubres que anida un pato de goma. Abres la sandwichera y ahí están, achicharrados, tres cromos del Osasuna.
A veces maldigo este caos de casa tumultuosa con niños. Pero sé que algún día maldeciré todo el orden a solas que vendrá después.
Vuestros libros ordenados, pero sin ser abiertos. Vuestras camas hechas, pero frías. Los platos pulcramente recogidos en la alacena, pero sin nadie con quien comer.
Tener hijos y salir a la calle es como llegar a la ceremonia de los Oscar de sobrado con dos estatuillas bajo el brazo, una hora antes de que empiece la entrega de premios: sabes que te los has ganado seguro.
Tener hijos es pisar la acera a las ocho y media con toda la gimnasia hecha: los abdominales del estrés, las flexiones del ‘no se puede’, el pilates del ‘haz lo que debes’, el yoga del ‘aprovecha el tiempo’, los lumbares de la desobediencia y de la sinrazón. En tan solo media hora, mientras te aseas. Así que cuando sales al mundo adulto ya no te acojona nada y todo te preocupa lo justo.
Para convención popular, la que montas un domingo lluvioso en casa con los amigos de tus hijos.
Para dimisión irrevocable, la que te presentan cada día que les pones verduras.
Para exclusiva, la de que el pequeño tiene otra novia y no hace declaraciones.
Para ‘share’, la audiencia que os da mamá durante le cena, siempre con un cuento delante.
Para traición, la mía, que nunca estoy; la vuestra, que habéis preferido la Play a las chapas.
Para problemas laborales, los que me da esa ortografía en huelga y sin servicios mínimos.
Para inflación, la de los besos de Martín, que cada vez los vende más caros.
Para crisis, la que acontece cuando se acaba el verano.
Me lo enseñó una tarde mi abuela, que lo llevaba escrito en un marcapáginas y leía una novela de Capote, eso de que los legados más importantes que los padres y las madres pueden dejarles a sus hijos son dos: uno son las raíces; el otro, las alas.
Algún día regresaré a casa tarde a causa del trabajo (o de la falta del mismo). Abriré la puerta del salón y todo estará en orden. Será que habéis volado, vaya. Entonces echaré en falta la felicidad que era este perfecto desorden.”
La felicidad más absoluta llega cuando para nosotros es más importante besar las manitas sucias de nuestros hijos que la suciedad de sus manos.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Un día cualquiera

Ese día fusilaron a Primo de Rivera. 

Ese día Kennedy puso fin a la crisis de los misiles y los soviéticos los retiraron todos de la isla. La Guerra Fría llegaba a su fin. Já!

Ese día comenzaron los juicios de Slànský donde se pretendían juzgar a estalinistas y antisemitas...cosas que tiene la globalización.

Ese día murió Franco. Arropado y bajo atenciones médicas. Y mi padre salió a la calle a celebrarlo. Y creyó en la libertad. Y sigue creyendo en la libertad, en cambiar el mundo y en la política. Por eso, y por tantas otras cosas, lo adoro.

Y ese día, pero de este año, yo iré al concierto de The Cure. 

¿Quién me iba a decir que un concierto de The Cure tendría tanto significado?

Estaba planificado desde Valladolid, hace algunos meses. 

Se han ido complicando las cosas. Los seres humanos somos tan egoístas que cualquier cosa la equiparamos a un conflicto de dimensiones internacionales.

Y a mi The Cure me viene sonando a BSO de cierre.

La Guerra Fría marcó la concepción norte/sur. 

Y ni siquiera entonces, el SUR pesó tanto.



martes, 6 de septiembre de 2016

El amor es un acontecimiento


Sonó a sentencia. 

El título de esta parrafada me supo a veredicto final, casi una oración divina. Y no lo entendí.

Sin embargo, la navidades pasadas lo fueron. 

De la noche a la mañana comenzamos a coincidir, de repente parecía que nos refugiamos el uno en el otro. Tú con tu cuenta atrás destino oriente y yo en medio de mi dicotomía Madrid y mi sur.
Finalmente nos buscábamos, aunque yo no lo supe ver entonces.

Y allí me vi, en aquel taxi por la Gran Vía navideña, tan invernal y poética. Y con una frase final subtitulada en la mirada: "The End".

Lo que yo presagiaba como fin no lo fue en absoluto.

Has cambiado Madrid. 
Ha sucedido algo que me prometí que no me pasaría pero, si te fueses, ya Madrid no sería lo mismo.
Has convertido el tiempo en algo más cálido, mi hormigón es más frágil, mi frialdad es más incendiaria. Estoy más en riesgo que en el Madrid de antes de ti. 
Pero no me dejaste nunca quedarme al borde del camino.
Has sido tan arrollador e intenso que me has ido arrastrando. 
Pero... ¡a ver quién se resiste!

Risas, delicadeza, besos infinitos, afinidad, naturalidad. Un sexo apasionado en el que el tiempo vuela. Una sensibilidad y una ternura tan nativos que fíjate...
Ya hay un Madrid antes de ti. 
Y ojalá pase mucho tiempo hasta que tuviese que hablar del Madrid después de ti. Porque quiero que este Madrid dure. Mucho.

Al final era verdad.
Es un acontecimiento.

sábado, 11 de junio de 2016

¿Casualidades?

Sin saber cómo o por qué a veces nos cruzamos con alguien a quien te une la vida de manera natural...


Y, por suerte o desgracia, me pasa lo mismo que a ella.



Últimamente paso poco por aquí.

Pero se me da fatal escribir sobre la felicidad.


PD: Te echo de menos Sil.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Magia inefable

Abrí el bar a las 11 de la mañana, en un estado de desorientación absoluto.

Fui atendiendo a los clientes de un modo automático, sin prestar atención pero siendo sorprendentemente efectiva. Aunque de haberme pedido alguien un chupito de cianuro con cáscara de pomelo y naranja, de buena gana se lo hubiese servido y cobrado.

A las 5 aparereció por la puerta con una bolsa de papel marrón que reconocí de inmediato. He comprado mucho en la librería Cervantes de calle pez durante este año.

Un libro de poesía con una dedicatoria que no tuve el valor de leer, aseguré que sería lo primero que haría al subir al tren en Atocha.

Y cuando el AVE comenzó a avanzar tuve el valor de abrir el libro. Entonces deseé no haber cogido el tren.
Y pude ver que un acontecimiento termina condenado a ser pasatiempo sólo si es lo que quieres. Lo que aparece aparentemente como banal puede terminar siendo un fenómeno mágico, sólo si tú quieres que lo sea.

La vuelta a casa por navidad ha sido preciosa, plagada de reencuentros y amor a raudales.
Aunque confieso que empiezo a morirme de ganas por volver a subir al tren pero dirección Madrid.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Otoño II

Incógnitas y certezas por cada rincón. 
Mi impaciencia congénita se ha apaciguado, es verdad eso de que todos ponemos etiquetas a nuestra personalidad hasta que llega un estímulo tan arrollador que cambia códigos y precios a tu vida.

Entras y sales con la libertad que jamás le di a nadie. A tu regreso nunca hay tensiones o censura porque me suscitas un delirio de emociones. Te mariposeo mientras jugamos a los desconocidos. Reconozco que esos ojos pícaros y oscuros me dan tanto calor. 
La viveza del tiempo junto a ti hace que pierdan importancia las semanas que ambos dejamos en blanco.

Mis dubitativas maneras echan el cierre al pensarte. Me engatusa tu curiosidad por la vida y que no seas consciente de ello. Embobada me dejas con esa valentía por vivir el momento, contigo no existen los miedos y yo no encontré mejor terapia para ahuyentar tantos como aguardaba. Me embauca tu inteligencia y esa transparencia marcada por pequeños golpes de la vida. Tu inquietud por el paso del tiempo y la levedad de los días en esta juventud que crees estirar. Me gustas porque eres buena persona, creo que mucho más de lo que piensas. Tus gestos te delatan y pude verte desde el principio.


Y no se me ocurre mejor cierre que citar a uno de los grandes.

"Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites."

Benedetti 

9171

Es un secreto a voces. Me grito y también lo hacen las esquinas y los bares de este barrio.

Continuo viviendo y probando. 

¿Pero qué queréis que os diga?

He probado cigarros a medias, y nada es comparable con el humo de un lucky strike saliendo de sus labios.



martes, 22 de septiembre de 2015

Otoño I

La contaminación lumínica debe jugar un papel importante, aunque me resulte inapreciable. Subo San Bernardo desde la Gran Vía y se me desvía la mirada hacia el cielo.

Giro a la derecha hacía Espíritu, mi hogar, y ahí me parece que la noche brillase más. No sé qué sucede pero ando enamorada de esta ciudad. Al mirar sus calles, siento como si el estado y la temperatura de Malasaña se adaptase a mí. La noto arder cuando yo ardo, la siento a fuego lento cuando me advierto destemplada y me muerde gélida cuando la nostalgia me pisa los talones.
Pero siempre la siento como un cielo despejado plagado de estrellas expectantes de mis deseos. A veces me descubro lunática hablando con ella. No siento riesgos porque hemos encajado, y yo la quiero. La amaré por siempre.


A cada esquina de Callao y a cada parque del Retiro. Pasear por Huertas o por Hortaleza y seguir confundiendo sus nombres. La manera de aclararlo siempre es mirar alrededor y pensar: ¿Estás en el Barrio de las Letras o en Chueca?. La respuesta me la da el escenario, es la clave inconfundible. El vértigo de la Gran Vía en hora punta y que cada paso de peatón me haga sentir más viva y más fuerte. Las escaleras del metro con su lado izquierdo para correr del que antes me apartaba, ahora me seduce porque me percibo con energía y ganas de correr. Pasar por Tribunal con una lata de mahou en la mano y bajar por la Corredera hasta Pez para terminar en mi bar, ese lugar plagado de IPAS y lager’s que siento como un refugio.


Pues nada, es cierto eso de que una se enamora cuando menos lo busca y espera.


Y Madrid…pienso apostar fuerte porque nuestra historia no sé si durará para siempre, pero algo me dice que ambas estamos dispuestas a intentarlo.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Vísperas del otoño en Madrid

Lo intento.
Prometo que aspiro a encontrar las palabras exactas. 

Es imposible.
Aún no consigo darle forma a la felicidad. 

Se me da mejor vivirla.

"Parecía que estaban a punto de caerse
pero no: cuando ella tropezaba, la 
sostenía él; cuando él se tamboleaba, lo
enderezaba ella. A dúo andaban, bien
agarraditos el uno del otro, pegados
el uno al otro en los vaivenes del mundo."

Galeano

miércoles, 8 de julio de 2015

Declaración de intenciones I

Estamos dejando de disimular que aún no nos conocemos. 
Me voy sintiendo cómoda en tu mirada.
Vas poniendo fin a mis poses, emanas luminosidad y me vas cambiando el huir por fluir.
Vuelo bajo para no perder de vista el suelo.
Contigo me siento en terreno firme pero con nubes en el estómago.
Siempre me cosquilleas en la barriga antes de verte.

Y cinco segundos después de que aparezcas en la cabina de la Dos de Mayo, las cosquillas se convierten en ganas.
Deseo.
Apetencia de reflejarme en tus ojos.

Y cada noche se reduce el tiempo que tardas en conseguir que no me quite la sonrisa de la boca.

Me declaro adicta a tus sábanas.
Y adepta a tu pircing de la lengua.

No quiero que te marches. 
Ni tampoco retenerte.
Sólo quiero seguir floreciendo en tu mirada y que tu luz me cale sin que me provoques un ápice de frío.
Sólo quiero ir cogiendo altura sin moverme de Malasaña. 
Sólo quiero que no desaparezcan las cosquillas. Y que el deseo me tenga en las nubes.
Y que me provoques este buen humor. Esta certeza de sentirme bien.
Que me excarceles los miedos y mis cobardías.

Seguir siéndote adicta y adepta.

Aunque ahora hace calor, el invierno viene de frente. 
Te dosifico todo lo que puedo. No quiero que nos cansemos el uno del otro. No quiero que el otoño tiña de marrón grisáceo las diez de la noche en la Dos de Mayo.
Sin duda, Malasaña sería distinta sin rizos. Malasaña sería otra sin libros prestados y pérdida de pendientes. 

Y sino me quedo a dormir no es por falta de ganas.
No me quedo porque es pronto aún.
Y confieso que contigo lo quiero todo.
Pero a fuego lento.





viernes, 3 de julio de 2015

A veces no hay palabras, pero siempre hay poemas.

ANTES DE SER MADURO


Todavía la vieja tentación
de los cuerpos felices y de la juventud
tiene atractivo para mi,
no me deja dormir
y esta noche me excita.

Porque alguien contó historias
de pescadores en la playa,
cuando vuelven: la raya del amanecer
marcando, lívida, el límite del mar,
y asan sardinas frescas
en espetones, sobre la arena.
Lo imagino enseguida. 
Y me coge un deseo de vivir
y ver amanecer, acostándote tarde,
que no está en proporción con la edad que ya tengo.

Aunque quizás alivie despertarse
a otro ritmo, mañana.

                      Liberado
de las exaltaciones de esta noche,
de sus fantasmas en blue jeans.

Como libros leídos han pasado los años
que van quedando lejos, ya sin razón de ser.
-obras de otro momento.
                      Y el ansía de llorar
y el roce de la sábana que me tenía inquieto
en las odiosas noches de verano,
el lujo de la impaciencia y el don de la elegía
y el don de la disciplina aplicada al ensueño,
mi fe en la gran historia...
Soldado de la guerra perdida de la vida,
mataron mi caballo, casi no lo recuerdo.
Hasta que me estremece
un ramalazo de sensualidad.

Envejecer tiene su gracias.
Es igual que de joven 
aprender a bailar, plegarse a un ritmo
más insistente que nuestra experiencia.
Y procura también cierto instintivo
placer curioso,
una segunda naturaleza.

Jaime Gil de Biedma


lunes, 22 de junio de 2015

Madrid omnipresente

Aunque la polución es espantosa en esta ciudad, hacía años que una bocanada de aire no me limpiaba por dentro de este modo.
Tal vez he aprendido a respirar. Quizá.

Madrid y yo nos sentamos bien.
Esta tarde la Gran Vía estaba preciosa.
En la plaza de la luna se celebraba el día de la música y los burning y Mclan sonaban genial. Me voy acostumbrando a lo de la lata de Mahou en la mano. Y me gusta familiarizarme con estas pequeñeces.

Ha desaparecido el caos mental y la inseguridad vital.
La paz ha llegado para quedarse. Esta armonía que tiene como banda sonora a esta anárquica y ensordecedora ciudad.

Llegué sin esperar una victoria pero saliendo a ganar.
Y me convertí en mi mejor triunfo.
Sería absurdo negar que le estoy siendo algo infiel a Sevilla.
Porque Madrid...
Me tienes enamorada.