viernes, 6 de marzo de 2015

Fumarte la piel en luna llena

Todo intensidad y pasión. Siempre.
Cada paso y cada decisión tenía una sobredosis de deseo frenético.
Ya no me sucede así. Hay tanto frío a mi alrededor y yo estoy gélida.

Esta pena es como un fantasma que no consigo sacar de mi lado.
Se acuesta en mi cama cada noche, da igual si estoy sola o acompañada.
Una pena, ya, tan íntima.
Por eso me maquillo más que nunca, como si los labios rojos pudieran camuflar estos ojos saturados de rimel. Y, aún con rimel y lápiz waterproof, existen miradas a las que no puedo enfrentarme.
Porque me rompería y el pegamento ya no da más de sí.
No tengo fuerzas para recogerme aunque sé que tengo que asumir mis escombros, y dejarme de super glue. 

No me queda paciencia para nada ni nadie.
Y me pasa lo mismo que cuando estoy mala. Siempre me han dicho que soy muy mala enferma porque hago imposible que me cuiden.
Quiero estar sola, que me dejen en paz y el exceso de atenciones me pone de mala hostia.
En medio de este frío me pasa lo mismo.
No quiero a nadie conmigo porque desprendo temperaturas glaciales y no voy a permitir que nadie venga aquí.
Será egoísta, lo será. 
Estoy impasible y distante porque no sé hacerlo de otra forma.
Y me da miedo llorar. Hace meses que no lo hago porque me da pavor no poder parar cuando suceda. Me sucede lo mismo al pensar en hablar de mi. Hablo, tal vez demasiado, pero solo de estupideces. Sé que al hablar de mi terminaría rompiendo la huelga de lágrimas.

Pero me he puesto en marcha para ponerle fin a este quebranto de ida y vuelta gratuita durante dos años.
No voy a dejar que le siga siendo tan barato empujarme hacía abajo en plena pleamar. Ahogándome sin oponer resistencia.

Y será estúpido pero al leer a Riechmann anoche, me dio un arrebato de pasión, parecido a aquellos, y me he subí a fumar a la azotea porque era luna llena. Y me dormí sabiendo refugiarme en mi piel sin dañarme ni martirizarme si, a veces, te echo de menos.



2 comentarios: