martes, 25 de febrero de 2014

Clapton II

03:38 de la madrugada.

Desde los balcones de mi salón se ve la muralla y esas farolas de luz anaranjada que dan a Sevilla ese aire anacrónico. El humo de un cigarro y los primeros acordes de "Tears in heaven". 

Intento sacar conclusiones de por qué coño me siento así. Intento definir ese "así".

¿Cómo me siento?

Le doy vueltas y más vueltas. Lo maquillo diariamente: hay días en los que creo que tiene importancia para mi una persona, luego otra, y al mes siguiente reaparece la primera y siento que el karma la trajo de nuevo por qué tiene algo que aportarme. Toda esa mierda es mentira. Me sirve de placebo, me proporciona una evasión en este proceso que, a veces, no quiero afrontar. Me cuesta la vida asumir que estoy sola.

Desde pequeña he sido muy madrera, con ella comparto una relación que va más allá de lo convencional. Ella siempre ha aliviado mi sensación de soledad, desde adolescente; además lo ha hecho como sólo lo puede hacer una madre, aceptando su papel de madre sin sentirse desplazada cuando mejoraba mi situación, la necesitaba menos, y me alejaba mas. No ha permitido nunca que me fuera a dormir con el gesto serio y de preocupación, siempre supo sacar de la nada un ambiente que me relajase en la cocina de casa para invitarme a un cigarro, que me tranquilizase y que soltara toda la mierda que me pasaba por la cabeza.

Además contaba con amistades bastante insanas y dependientes. Mi compañera de carrera...me resulta impactante llamarla así, nunca imaginé que podía pensar en ella con esta frialdad e indiferencia. Siguiendo el hilo...mi compañera de carrera me exprimió, se apoyó en mi unilateralmente pero claro, la dependencia crea dependencia. A mi me hacía sentir bien saber que alguien me necesitaba. Ser una necesidad para alguien.

Paralelamente desde los 18 años fui protagonista de una relación de pareja que seguía los mismos cauces de dependencia y necesidad insalubres y nocivos. Siempre me sentí frustrada en esa relación, nunca estuve enamorada de él. Desde el primer día sentí que me estaba equivocando, que me estaba embarcando en historias que no me iban a hacer feliz porque no sentía lo que debía, quería y necesitaba sentir. Me da algo de envidia cuando escucho a amigos hablar de relaciones que tuvieron, que acabaron mejor o peor pero se les nota que fueron felices con ese pasado. Esa relación me agotó pero tardé tanto en ser capaz de ponerle punto y final sin más tipex  ni borrones. Durante esos años también fui una prioridad para él, la persona en la que diariamente te apoyas, aunque sea un apoyo rutinario y vacío.

Me he incorporado para hacerme otro cigarro y me ha entrado un escalofrío bastante tétrico. Creo que he evitado durante todos estos meses hacer estos análisis porque siento que salgo bastante malparada de ellos. 

Me esta siendo muy duro estar sola. 
Este proyecto de independizarme, alejarme de mi HOGAR por necesidad innata de comenzar algo. No sé qué es ese algo: un capitulo primero, un apéndice o un "erase una vez" pero un principio. Este es mi principio cargado de sorpresas inesperadas.

La primera sorpresa ha sido que parte de mi seguridad y convicción para ponerlo en marcha venían estimuladas porque no lo hacía sola, lo hacía con mi amiga. Planteamiento erróneo desde el comienzo por esa manía o, porque no admitirlo, necesidad de sentirme a salvo. Un riesgo amortiguado.

Y la independencia comenzó como no lo esperaba. Mi amiga se esta enamorando y esta en esa nube en la somos semiconscientes de lo que pasa a nuestro alrededor, en la que no sabemos por qué pero no tenemos interés ni anhelo por algo más que no sea esa nube. Desde luego desde la tierra se la ve feliz y se lo merece, se lo merece inmensamente. 

Yo sigo aquí en la tierra sin encontrar mucho incentivo en nada, me falta impulso. Me reconforta saber que estos días, estos meses pasados y futuros me están haciendo muy fuerte. Fuerte pero no feliz también he de reconocerlo. Iba a juzgar que no me parece sano que mi felicidad llegue tan pronto a través de una nube pero son prejuicios de mierda y yo no soy nadie para valorar el camino que cada cual escoge para ser más feliz; simplemente no es lo que quiero. Pese a toda esta chapuza de conclusiones cargadas de raciocinio e intelecto sería absurdo negar que me duele estar sola...¡y yo que me creía tan independiente y autosuficiente!

Me asusta sentirme tan fría, me asusta pensar que estoy expuesta a sentir emociones que me faltan y que no las sepa gestionar. Me asusta tanto este sentimiento.

Por los balcones de mi salón se ve el solar de casas viejas derruido y lleno de gatos negros. Supongo que a mucha gente de esta ciudad les resultará nostálgico pasar por mi calle y ver lo que ha quedado de casas viejas, solamente unos muros destruidos y una plaga de gatos negros. Es una cuestión generacional y yo en casas viejas sólo veo unas ruinas, casas viejas son nuevas para mi porque percibo la ciudad nueva, todo tiene otro color ahora.

Cuando pasen los años seguro que disimularé una sonrisa cuando suenen canciones de Eric Clapton porque slowhand se esta convirtiendo en algo más que música. Llamemosle algo así como mi banda sonora en tiempos arduos.

sábado, 22 de febrero de 2014

Clapton

Necesitaba tantas respuestas y me quedé sin ninguna. Hubo tantos "te lo dije" inútiles. Se me da tan bien echar leña sobre hogueras que se apagaron hace tanto tiempo. El calor desapareció y aceptarlo fue traumático.

Y curé mis heridas y cerré todas las puertas, sin embargo no soy inmune a mi pasado.

Y de repente pasas por la puerta de un bar, me fijo en tu caminar que no ha dejado de serme familiar, seguiría reconociéndote por como caminas entre mil personas. Y de repente me entra ese frío que va por dentro y que duele. Duele tanto. 

Y decidido marcharme a casa a escuchar a Eric Clapton. Me reconforta saber que nunca pisaste este lugar. Me reconforta saber que este es mi proyecto. SOLA. 

Estos meses son agridulces, me han traído sensaciones placenteras y que escuecen a la vez. Las heridas escuecen y esta noche estoy necesitando de agua oxigenada. Clapton lo hace bien.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Tensión y más tensión

En este último mes todo ha ido tan rápido. Los cambios se han concatenado sin darme tiempo a asimilar algunos, y a aceptar otros que me han pillado desprevenida.

Estoy acostumbrándome a no cuestionar (en exceso) la realidad que se me presenta. Estoy acostumbrándome a vivir en libertad pero lo confieso, sigo sin sentirme a salvo. No me termina de agradar este frío que invade mi cama de metro cincuenta y, lo que es peor, que se ha instalado en mi como una plaga. 

Sé que es otra pequeña fase. 
Me remito al principio, los cambios van rápido y lo que hoy veo negro sé que mañana puede ser azul, verde o rojo.

Pero tú sigues trayéndome de cabeza desde hace ya demasiado. Esperaba que se solucionara o simplemente pasara pero sigue ahí esa tensión extraña y enrarecida por día. No quería tomar ninguna carta en el asunto, sólo quería que las cosas fuesen como nos apeteciera, sin planteamientos previos. Pero tú y yo no fluimos. Las cosas no fluyen entre tú y yo. No le encuentro explicación. Tengo hipótesis de explicaciones ficticias que no sirven de nada porque no hay fundamento real. 
Sólo sé que el problema no es de incompatibilidad porque en momentos puntuales las cosas entre nosotros no sólo fluyen sino que emanan y se me filtran en la piel y la retina.

Me da miedo estar dándole demasiada importancia a esta situación y a la actitud mutua pero algo me dice que es real. Algo me dice que a tú también estas extrañado por esta tirantez que resta tanto a la naturalidad y a la espontaneidad.

Hace más de un mes escribí de ti. Terminé diciendo:

"Y, sin más dejo de rizar el rizo que no hay que liarse"

Los rizos son de nivel afroamericano pero, insisto, mañana todo puede ser encrespado, greñudo o liso.


                                                  

jueves, 6 de febrero de 2014

Novela con cocaína

Las horas de trabajo en estos días se me hacen eternas. El hotel está vacío. Todo el personal deambula por el recibidor y los salones intentando acerlerar el tiempo, paseos en círculo y miradas compulsivas al reloj. A mi también me pasa, parece que el tiempo no pasa a la velocidad habitual.
 
Al menos yo lo estoy aprovechando para leer, leer bastante.
 
Ahora estoy con novela con cocaína de Aguéev (o eso se supone porque la auditoría está en entredicho) y me esta gustando bastante. Es un libro de mi padre, como casi todos los que leo.
 
Iba por el onceavo capítulo cuando el protagonista, un ruso llamado Maslenikov, esta criticando durante la relación con su madre, la esta juzgando equivocamente sin pararse a pensar en su generación ni en el sentido de por qué esa señora es lo que es en ese contexto histórico. Me estaba costando realmente trabajo terminar de leer el párrafo en el que describe como su "repugnante" madre sorbe la miserable sopa de la que se alimenta cada día.
 
De repente todo el párrafo tiene un paréntesis enorme hecho a lápiz y al lado una frase:
 
¡Mal análisis Maslenikov!
 
Lo escribió mi padre. Yo llevaba todo el párrafo intentando acelerar el ritmo de lectura porque me estaba pareciendo bárbaro.
 
Me río y giro el libro hacía la portada. Vuelvo a abrirlo.
 
Jerez, mayo de 1984. Es justo entonces cuando suelto una carcajada, una sensación entre orgullo y nerviosismo. Las casualidades, a veces, me ponen nerviosa.
 
Él nació en noviembre de 1958, por lo que cuando leyó el libro tenía 25 años y 6 meses.
Yo nací en agosto de 1988. Justo en este mes de febrero tengo 25 años y 6 meses.
 
Me encanta que la genética me haya hecho tan él, es mi mayor orgullo y jamás se lo confesaré.
 
Aunque tampoco hace falta, él lo sabe.