jueves, 29 de enero de 2015

Aunque ahora seamos un teatro vacío


Ayer comí con quien fue mi pareja siete años. 

Son pequeños detalles pero en el bar me salió decirle que pidiese una tapa que yo ya había probado porque sabía que le gustaría. Conozco su paladar al dedillo. 

Me contó una historia que sabía que me jodería y lo llamé por su nombre completo. Ese nombre compuesto que poca gente sabe que tiene. Así lo hacía cuando me enfadaba con él en el salón de casa.

Tiendo a ser mandona y autoritaria con él. Esa actitud maternal fue una de las causas de que se nos muriese lo que construimos pero yo sigo tomándome la licencia inconsciente de darle amonestaciones.

Él sigue escuchándome sin poner un pero a nada de lo que diga. Eso también fue uno de los motivos por los que me hastié de él. Siempre se ha amedrentado frente a mi.

¿Y sabéis qué?

Estoy profundamente orgullosa de haber compartido esos años de mi vida con alguien como él. Es buena persona hasta los límites de la bondad, siempre me trató con respeto y me valoró como me merezco.


Y es maravilloso saber que es mutuo el alegrarnos de nuestra felicidad por separado y sentir que, de algún modo, nos hemos marcado para ser más valientes en esto del vivir. 

Nos sobrepusimos de las ruinas que nos dejamos y os aseguro que aquellas ruinas parecían brutalmente inabordables.

El amor se nos caducó y lo intentamos salvar después de muerto. Ahí fue cuando nos ahogamos el uno al otro. Ahora nos vemos con los pulmones repletos de aire y brillo en los ojos.


XI
Mi amor, este poema
es para que lo leas cuando no esté a tu lado,
cuando no pueda ya cuidar de ti.

No te conformes nunca con alguien que no piense
que tu eres una llama más antigua que el fuego,
que tu eres su razón para vivir.

Aprende a no querer a los que no te quieran
y elige bien a qué le tendrás miedo:
no habrá sombra que oculte lo que tú temas ver.

Escapa del que piense
que el aire es la pared de lo invisible
y huye de aquel que crea
que es más feliz quien menos necesita
porque ése no podría necesitarte a ti.

No te rindas, no olvides jamás que la tristeza
sólo es la burocracia del dolor.
Y si sientes que el mundo se derrumba,
no intentes abrazarte
a otro que esté cayendo a la vez que caes tú,
como yo hice contigo.

Algún día
tendrás que despertarte para salvar tus sueños.
Algún día sabrás que en las promesas
hay siempre un cristal roto
en el que aúlla el viento frío de la mentira.

Recuerda todo eso.

No escondas lo que sientes por miedo a ser frágil,
como aquellos
que por guardar tan bien lo que más les importa,
lo pierden para siempre.

Recuerda que no hay nada que no pueda
ocurrir cualquier día.
No olvides que esta obra ha terminado.
No olvides que le hablas a un teatro vacío.

Benjamín Prado - "Marea Humana"

viernes, 23 de enero de 2015

Me tengo indulgencia

Es complicado esto de perdonarse.

Los lunes me pongo normas:


  • Ana: has limpiado toda tu habitación como una neurótica. Cortinas, sábanas, cojines, ropa que estaba limpia pero estaba por medio, ordenar los libros, guardar los miles de cables y cargadores que andaban sueltos por el escritorio. Y queda totalmente prohibido fumar en el dormitorio. Prohibido.
  • Ponerme en serio con el inglés porque si aprovecho los cinco días de la semana (estas cosas se miden en días laborales, por supuesto) habré avanzado un montón. Decidido, esta semana me ventilo tres o cuatro temas.
  • Pasar un día en casa de mis padres. Es importante pasar tiempo con la familia y la mía es la mejor del mundo. El miércoles podría ser un buen día para cenar en casa.
  • Ir a correr por el río. Ana hay que hacer deporte porque después te sientes mejor, estás más cansada por la noche y duermes mejor. Sabes que el insomnio te sienta terrible.
  • Organizar la comida de la semana. Y ahí estaba la tía el lunes en el supermercado, con una lista en la que cuadraban almuerzos y cenas con el equilibrio de un nutricionista.
  • Otra vez me he impuesto la ley seca porque el fin de semana pasado me excedí, así que nada de alcohol entre semana.
  • Evitar mis bucles de sociopatía y dejar de recrearme en mis miserias porque después me entran unas penas que solo las calmo escuchando cantautores cortavenas.
  • En relación a lo anterior: no escuchar cantautores cortavenas. Y lleno el spotify de listas perfectas: música relajante, que aporte energía y buen rollo. Sí, con esto de banda sonora encararé mejor la semana.
  • No leer poesía. Tía sabes que te encanta pero esta semana no te  sentará bien por lo que evita esos libros.
Y tengo que reconocer que todo ha ido genial.

Nada de tabaco entre mis cuatro paredes, ayer fui a casa de mis padres a cenar pero decidí dormir en mi piso, aunque eso cuenta como "tiempo familiar". La alimentación equilibradísima. Me he relacionado con mis compañeras de piso, invité a comer a mi amiga del barrio, tomé café con amigos de la facultad, eso si, todo ello sin alcohol como una campeona. Y por las noches he estudiado inglés con música de relax. 

Amanecí el jueves con ganas de quitarme los grilletes y nada...

No he tocado un libro de inglés en todo el día, quité la conexión de datos del móvil para no tener noticias ni de mi madre (y no se trata de una frase hecha), me he negado a cocinar y me he alimentado a base de restos de cosas que me la zumba si se equilibran o no. Nada más me he relacionado conmigo misma, he fingido una siesta eterna para que nadie me demandase con alguna historia y me he recreado en tooooodo lo que me ha dado la gana, fuese o no real.

Eso si, me puse el chándal y me fui al río a correr. 
Para cuando terminase relajarme un poco, me eché un libro y el paquete de tabaco.

Llegué al río y pasé de correr. Me senté en un banco aislado, me puse los cascos y empecé a ponerme música. Y sí, fui de cantautor en cantautor hasta haber calentado lo suficiente y sacar el libro.
Y también, "Veinte poemas de amor" de Neruda. Todo ello fumándome un cigarrito tras otro. Muy cómico porque con el chándal rosa fucsia realmente parecía muy deportista y mirad mi plan en el banco sentada, vamos me faltaba la litrona de cerveza.

Al llegar casa, me he dado una ducha y me he puesto el pijama de lunares con terciopelo por dentro.

He pensado: "Quilla ya que estás: te tomas una copita de vino y ves una peli cenando".

Lugares comunes de Aristarain, así algo suave para no volverme muy profunda y reflexiva. ¡Já!

Han sido dos copas de vino y dos cigarros en mi dormitorio. El mismo en el que el lunes estaba PROHIBIDO fumar.


¿Lo mejor de todo?
Que me perdono; me indulto de corazón porque me hago gracia y mucha. No sé para qué coño intento ser tan rígida si sé que a mi no me gusta vivir de forma disciplinada y estricta.

Así que brindo por el autoperdón con una tercera copa de vino y Aute de fondo.




jueves, 22 de enero de 2015

Desastres





"Y la razón te pide que frenes, te recuerda que no sabes volar, que vas a caer en picado, que esta vez no te puedes enamorar.

¿Qué te hizo pensar que podías ordenar este caos de cabeza y corazón? 

¿Qué te hizo creer que podías reemplazar el dolor de un papel en blanco por un atraco a beso o muerte?

El tiempo te ha enseñado que yo soy más de versos y de buscar la suerte en los lugares menos apropiados. Que la busco en bocas que contaban mentiras y que miras por donde miras solo vas a encontrar a una persona perdida. 

Cielo, no es culpa tuya todo esto. Yo ya estaba perdida antes de conocerte, ya era un desastre en las noches con copas de por medio. Ya era demasiado niña para la vida y demasiado mujer para un hombre.


Y aunque es cierto que contigo aprendí a ver el vaso medio lleno, deberías saber que tan solo me has servido para ahogarme."

Loreto Sesma

lunes, 19 de enero de 2015

Calcetines desemparejados

Como todos los soñadores,
confundí el desencanto
con la verdad.

Jean-Paul Sartre

- ¿Tú qué eres la chica de moda?

Y entiendo tu pregunta, aunque me jode esa afirmación con signos de interrogación.

Me jode porque siempre me consideré de las que iban a contracorriente, de las que son difíles de leer y creen que pocos pueden entender lo que dices entrelíneas.

He pasado más tiempo de bares estos meses del que me gustaría reconocer. No sé con exactitud a cuántos camareros que no me dejan pagar conozco. No puedo sentarme en ninguna terraza a tener una conversación porque cada 10 minutos saludo a alguien, normalmente no recuerdo el nombre de esa persona y tengo estudiados paripés de simpatía.

No sé cuánto de cinismo hay en mi, y eso que siempre lo odié. Amo el sarcasmo inteligente pero odio el cinismo.

Y tú recién llegado para invitarme a cenar.
La conversación es perfecta. Hemos compartido profesores de la facultad, publicas tu primer libro de narrativa de viajes en breve, estás emocionado y me cuentas anécdotas de tu aventura africana que me deberían tener embobada y estoy distraída. Eres guapo como pocos: piel azúcar morena, rizos perfectos y pestañas infinitas. Es totalmente lógico que tus amigos te llamen Lenny porque te das un airazo al señor Kravitz. Te miro y sé que eres el morbo personificado y quiero que acabes en mi cama de nuevo.

Nos vamos de copas y eres aún más divertido. Te molestan todos mis comentarios sobre "lo buena gente que me pareces" porque estás seduciéndome constantemente pero lo hago para jugar contigo. Y bien sabes seguirme el juego. Hasta que me dices, con esa sonrisa perfecta, que como siga haciéndote comentarios de ese tipo, voy a dañar tu ego masculino.

Entonces termino con el teatro y nos vamos a mi casa. 
No sé si me quedo con el intenso sexo nocturno o con el aún más intenso en la mañana. Honestamente tus ritmos mañaneros fueron brutales por lo que, y que yo diga esto es extraño, es un placer amanecer contigo.

Y todas estas estupideces solamente han venido por los calcetines.
Es estúpido pero no he sido consciente hasta ver el calcetín.

Te has ido con un calcetín tuyo y uno mío. Y me has dejado igual, con uno y uno.
No sé si ha sido consciente o inconsciente pero no sé si nuestros calcetines volverán a emparejarse o los dejaremos así.

Sólo por una cosa: Eres demasiado perfecto y yo soy un desastre.
No soy la chica de moda, soy un desastre lleno de contradicciones que tal vez el mejor recuerdo que quiera tener de ti sea un calcetín descabalado.

lunes, 12 de enero de 2015

Enigmas del mirar

17 meses aproximadamente. 
Algo más de 500 días de preguntas y espirales grises.

Puede parecer mucho pero ha sido más breve de lo que podrían imaginar, breve pero intenso como una noche de fiesta. Exactamente así.

Aprendí a mirar de otra manera, 
Entendí que buscando siempre la intensidad mejor me doy por perdida y yo jamás seré derrotista, comprendí que no es sano exigir a los demás que me prioricen de algún modo. Conseguí digerir (¡y vaya si ha costado! ) que lo hacía para ocultar mis carencias e inflar mi ego. Exigencias con destino a un fracaso pronosticado.

Conseguí interpretar que me hace más feliz lo que construyo a lo que fantaseo. Lo más importante es que cuando construyo no tengo miedos. Y estaba tan cansada de tener miedo.

Miro dentro de ti e intuyo claridad. No sabes como valoro esa luz tan clara.

Miro a través de ti y me gusta que compartamos idioma. Me encanta que nos respetemos los dialectos. 

Te miro y me enloquece lo que veo. 
Me vuelven loca tus energías y tus impetuosas ganas de comunicarme planes y proyectos que tienes en mente.

Cuando me miras tú, bajo la guardia y espanto a las dudas. 

No puedo escucharte sin mirarte porque me seduce ese binomio. 

Me seduces dentro y fuera de las sábanas, aunque no subestimo lo distinto que son los placeres en un plano y en otro. Sin duda, me conquistas en ambos.

Te gusta viajar y recorrer kilómetros. Te encanta volar y a mi me fascina que tengas alas.

Aunque esta noche detesto los 530 kilómetros que me separan de ti.


martes, 6 de enero de 2015

Día de Reyes


Odio cuando mi hermano me quita el asiento del copiloto y tengo que sentarme en la parte de atrás del coche.

Salgo por la puerta de casa y ahí está él, mirándome desde el cristal empañado con los mismos ojos de nuestra infancia diciéndome: “Te he quitado el sitio, ¡ja!”.



Cierro con fuerza la puerta trasera del coche y me quedo en silencio de mala gana, mientras ellos dos se burlan de mi mal humor. Entonces mi padre conoce bien la solución y, sin hablarme, empieza a poner canciones que me sabe que me encantan.



- Esto es with or without you de U2.


Claro, yo entro al trapo inmediatamente, como siempre:


- ¡Qué dices! Esto es wish you were her de Pink Floyd, papá!


De nuevo se ríen de mi. 

Y yo ahí atrás como una niña de cinco años con el ceño fruncido y los labios apretados con mis regalos de reyes al lado, de morros porque mi hermano me ha quitado el sitio del copiloto y mi padre me vacila con la música.



Luego suena “A kind of magic" de los Queen.

Le encanta sacarme de mis casillas y me empieza a contar lo maravillosa que fue la gira “Magic Tour” de los Queen y lo que disfrutó viendo a Freddie Mercury en directo. De ahí a lo que alucinó viendo a BB King, los Rolling, Bruce Springsteen, Pink Floyd, Mike Oldfield y así hasta que consigue lo que busca:



- ¡Papá qué te calles! ¡Oh he vivido la universidad de la transición!, ¡también la militancia en la clandestinidad corriendo delante de los grises! ¡Y por si no fuese suficiente he visto en directo a los grandes de la música!. ¡Paso de ti y de tus batallitas, Quirós!

Abro la ventanilla y me enciendo un cigarro sin ganas de fumar sólo porque "en el coche no se fuma".
A los treinta segundos se me ha pasado la pataleta y levanto la vista.


Y ahí está él, mirándome por el espejo retrovisor con los ojos achinados de la risa y la boca al lado que se le pone cuando le habla a la gente de mi y me dice:



- Yo también te quiero, Quirós.

Ya lo ha conseguido. 

Al final me ha hecho reír.

viernes, 2 de enero de 2015

Somos tan Serranas tú y yo...

Éramos tan jóvenes que todo nos nombraba:
versos de Benedetti, cada amante en su perjurio,
todo barco que encallaba en el banco de tu plaza,
Julie Delpy y Ethan Hawke borrachos junto al Danubio.
[...]
Eramos tan jóvenes que todo nos curaba:
los libros de Kundera, tus besos zapatistas,
el asiento de atrás, dormir sobre tu falda,
Marcos, subcomandante, cantándonos por Sabina.

Éramos tan jóvenes - Ismael Serrano


Una vez me dijiste que mi ayuda te sirvió de mucho en aquellos días grises y vacíos en los que te refugiaste en la carrera y aprobaste trece asignaturas. También me dijiste que quizás no habías estado a la altura en mi racha gris y fría.

El martes teníamos el plan de almorzar y tomar alguna copa tranquilamente. Y ya lo sabemos, nuestro binomio no entiende de planes. 

No queríamos copas de vino, quisimos la botella.
Hablamos del nuevo disco de Ismael Serrano, sólo nosotras podemos nombrar un verso aleatorio de cualquier canción y saber inmediatamente de qué canción se trata.

Con las copas de ron se nos echó la noche encima y decidimos irnos a un concierto de cantautores. He ido cientos de veces a La Sala a conciertos, jamás lo disfruté ni me reí tanto como el martes. Salimos de allí y nos fuimos a echar unas cervezas, siendo ya miércoles. Entramos en el Fun Club, aguantamos allí 10 minutos y nos largamos. Compramos una pizza a las dos de la mañana, nos la cenamos en mi casa y dormiste conmigo. Al despertarme ya te habías marchado, tan sigilosa y madrugadora como antaño.

Otra vez me dijiste "tenemos una noche para volver al pasado, ponernos al día del presente y brindar por el futuro".
Y así fue.

Contigo puedo ser yo, me quitas los fantasmas. Siento que no te sorprenderás te cuente lo que te cuente. Entiendes lo perdida y confundida que te sientes después de una ruptura. Viviste mi relación tan a mi lado que no necesito explicarte la hecatombe que han supuesto estos meses. Porque conoces de cerca el desastre en el que se puede convertir tu presente de la noche a la mañana.

Y dijiste que te da vergüenza decirlo porque te parece una tradición antigua. Te casas.
Mi reacción fue extraña, lo sé. Creía que era una broma y no porque te considere "de las que no se casan". 
La distancia y el tiempo, como siempre, han hecho que no pueda ver tus días de felicidad y encontrarte tan radiante y enamorada es impactante. Es maravilloso y no me cabe duda de que tu boda será diferente porque tú eres distinta a todas.

Con boda o sin boda, ¿de verdad hemos cambiado tanto? Sólo necesito recordar el martes para sentir como hemos conservado nuestra esencia.
Recuerdas esto:
"Porque dentro de unos días, volveremos a ser esas chicas que se comían el mundo, las que se "encerraban" en el Rectorado en las noches de huelgas estudiantiles, las que empalmaban asambleas y manifestaciones. Y nos emocionabamos en los conciertos. Y no había plan mejor que una botella de ron con Ismael de fondo."

Nos ha cambiado la vida pero hemos cuidado lo mejor de nosotras. Nuestra naturaleza más íntima que nos conectará siempre, pese a años y kilómetros. 

El 13 de febrero viviremos, al fin, un concierto de Ismael Serrano juntas. Y el trece es nuestro día, sea del mes y del año que sea.