miércoles, 30 de diciembre de 2015

Magia inefable

Abrí el bar a las 11 de la mañana, en un estado de desorientación absoluto.

Fui atendiendo a los clientes de un modo automático, sin prestar atención pero siendo sorprendentemente efectiva. Aunque de haberme pedido alguien un chupito de cianuro con cáscara de pomelo y naranja, de buena gana se lo hubiese servido y cobrado.

A las 5 aparereció por la puerta con una bolsa de papel marrón que reconocí de inmediato. He comprado mucho en la librería Cervantes de calle pez durante este año.

Un libro de poesía con una dedicatoria que no tuve el valor de leer, aseguré que sería lo primero que haría al subir al tren en Atocha.

Y cuando el AVE comenzó a avanzar tuve el valor de abrir el libro. Entonces deseé no haber cogido el tren.
Y pude ver que un acontecimiento termina condenado a ser pasatiempo sólo si es lo que quieres. Lo que aparece aparentemente como banal puede terminar siendo un fenómeno mágico, sólo si tú quieres que lo sea.

La vuelta a casa por navidad ha sido preciosa, plagada de reencuentros y amor a raudales.
Aunque confieso que empiezo a morirme de ganas por volver a subir al tren pero dirección Madrid.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Otoño II

Incógnitas y certezas por cada rincón. 
Mi impaciencia congénita se ha apaciguado, es verdad eso de que todos ponemos etiquetas a nuestra personalidad hasta que llega un estímulo tan arrollador que cambia códigos y precios a tu vida.

Entras y sales con la libertad que jamás le di a nadie. A tu regreso nunca hay tensiones o censura porque me suscitas un delirio de emociones. Te mariposeo mientras jugamos a los desconocidos. Reconozco que esos ojos pícaros y oscuros me dan tanto calor. 
La viveza del tiempo junto a ti hace que pierdan importancia las semanas que ambos dejamos en blanco.

Mis dubitativas maneras echan el cierre al pensarte. Me engatusa tu curiosidad por la vida y que no seas consciente de ello. Embobada me dejas con esa valentía por vivir el momento, contigo no existen los miedos y yo no encontré mejor terapia para ahuyentar tantos como aguardaba. Me embauca tu inteligencia y esa transparencia marcada por pequeños golpes de la vida. Tu inquietud por el paso del tiempo y la levedad de los días en esta juventud que crees estirar. Me gustas porque eres buena persona, creo que mucho más de lo que piensas. Tus gestos te delatan y pude verte desde el principio.


Y no se me ocurre mejor cierre que citar a uno de los grandes.

"Mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple.

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites."

Benedetti 

9171

Es un secreto a voces. Me grito y también lo hacen las esquinas y los bares de este barrio.

Continuo viviendo y probando. 

¿Pero qué queréis que os diga?

He probado cigarros a medias, y nada es comparable con el humo de un lucky strike saliendo de sus labios.



martes, 22 de septiembre de 2015

Otoño I

La contaminación lumínica debe jugar un papel importante, aunque me resulte inapreciable. Subo San Bernardo desde la Gran Vía y se me desvía la mirada hacia el cielo.

Giro a la derecha hacía Espíritu, mi hogar, y ahí me parece que la noche brillase más. No sé qué sucede pero ando enamorada de esta ciudad. Al mirar sus calles, siento como si el estado y la temperatura de Malasaña se adaptase a mí. La noto arder cuando yo ardo, la siento a fuego lento cuando me advierto destemplada y me muerde gélida cuando la nostalgia me pisa los talones.
Pero siempre la siento como un cielo despejado plagado de estrellas expectantes de mis deseos. A veces me descubro lunática hablando con ella. No siento riesgos porque hemos encajado, y yo la quiero. La amaré por siempre.


A cada esquina de Callao y a cada parque del Retiro. Pasear por Huertas o por Hortaleza y seguir confundiendo sus nombres. La manera de aclararlo siempre es mirar alrededor y pensar: ¿Estás en el Barrio de las Letras o en Chueca?. La respuesta me la da el escenario, es la clave inconfundible. El vértigo de la Gran Vía en hora punta y que cada paso de peatón me haga sentir más viva y más fuerte. Las escaleras del metro con su lado izquierdo para correr del que antes me apartaba, ahora me seduce porque me percibo con energía y ganas de correr. Pasar por Tribunal con una lata de mahou en la mano y bajar por la Corredera hasta Pez para terminar en mi bar, ese lugar plagado de IPAS y lager’s que siento como un refugio.


Pues nada, es cierto eso de que una se enamora cuando menos lo busca y espera.


Y Madrid…pienso apostar fuerte porque nuestra historia no sé si durará para siempre, pero algo me dice que ambas estamos dispuestas a intentarlo.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Vísperas del otoño en Madrid

Lo intento.
Prometo que aspiro a encontrar las palabras exactas. 

Es imposible.
Aún no consigo darle forma a la felicidad. 

Se me da mejor vivirla.

"Parecía que estaban a punto de caerse
pero no: cuando ella tropezaba, la 
sostenía él; cuando él se tamboleaba, lo
enderezaba ella. A dúo andaban, bien
agarraditos el uno del otro, pegados
el uno al otro en los vaivenes del mundo."

Galeano

miércoles, 8 de julio de 2015

Declaración de intenciones I

Estamos dejando de disimular que aún no nos conocemos. 
Me voy sintiendo cómoda en tu mirada.
Vas poniendo fin a mis poses, emanas luminosidad y me vas cambiando el huir por fluir.
Vuelo bajo para no perder de vista el suelo.
Contigo me siento en terreno firme pero con nubes en el estómago.
Siempre me cosquilleas en la barriga antes de verte.

Y cinco segundos después de que aparezcas en la cabina de la Dos de Mayo, las cosquillas se convierten en ganas.
Deseo.
Apetencia de reflejarme en tus ojos.

Y cada noche se reduce el tiempo que tardas en conseguir que no me quite la sonrisa de la boca.

Me declaro adicta a tus sábanas.
Y adepta a tu pircing de la lengua.

No quiero que te marches. 
Ni tampoco retenerte.
Sólo quiero seguir floreciendo en tu mirada y que tu luz me cale sin que me provoques un ápice de frío.
Sólo quiero ir cogiendo altura sin moverme de Malasaña. 
Sólo quiero que no desaparezcan las cosquillas. Y que el deseo me tenga en las nubes.
Y que me provoques este buen humor. Esta certeza de sentirme bien.
Que me excarceles los miedos y mis cobardías.

Seguir siéndote adicta y adepta.

Aunque ahora hace calor, el invierno viene de frente. 
Te dosifico todo lo que puedo. No quiero que nos cansemos el uno del otro. No quiero que el otoño tiña de marrón grisáceo las diez de la noche en la Dos de Mayo.
Sin duda, Malasaña sería distinta sin rizos. Malasaña sería otra sin libros prestados y pérdida de pendientes. 

Y sino me quedo a dormir no es por falta de ganas.
No me quedo porque es pronto aún.
Y confieso que contigo lo quiero todo.
Pero a fuego lento.





viernes, 3 de julio de 2015

A veces no hay palabras, pero siempre hay poemas.

ANTES DE SER MADURO


Todavía la vieja tentación
de los cuerpos felices y de la juventud
tiene atractivo para mi,
no me deja dormir
y esta noche me excita.

Porque alguien contó historias
de pescadores en la playa,
cuando vuelven: la raya del amanecer
marcando, lívida, el límite del mar,
y asan sardinas frescas
en espetones, sobre la arena.
Lo imagino enseguida. 
Y me coge un deseo de vivir
y ver amanecer, acostándote tarde,
que no está en proporción con la edad que ya tengo.

Aunque quizás alivie despertarse
a otro ritmo, mañana.

                      Liberado
de las exaltaciones de esta noche,
de sus fantasmas en blue jeans.

Como libros leídos han pasado los años
que van quedando lejos, ya sin razón de ser.
-obras de otro momento.
                      Y el ansía de llorar
y el roce de la sábana que me tenía inquieto
en las odiosas noches de verano,
el lujo de la impaciencia y el don de la elegía
y el don de la disciplina aplicada al ensueño,
mi fe en la gran historia...
Soldado de la guerra perdida de la vida,
mataron mi caballo, casi no lo recuerdo.
Hasta que me estremece
un ramalazo de sensualidad.

Envejecer tiene su gracias.
Es igual que de joven 
aprender a bailar, plegarse a un ritmo
más insistente que nuestra experiencia.
Y procura también cierto instintivo
placer curioso,
una segunda naturaleza.

Jaime Gil de Biedma


lunes, 22 de junio de 2015

Madrid omnipresente

Aunque la polución es espantosa en esta ciudad, hacía años que una bocanada de aire no me limpiaba por dentro de este modo.
Tal vez he aprendido a respirar. Quizá.

Madrid y yo nos sentamos bien.
Esta tarde la Gran Vía estaba preciosa.
En la plaza de la luna se celebraba el día de la música y los burning y Mclan sonaban genial. Me voy acostumbrando a lo de la lata de Mahou en la mano. Y me gusta familiarizarme con estas pequeñeces.

Ha desaparecido el caos mental y la inseguridad vital.
La paz ha llegado para quedarse. Esta armonía que tiene como banda sonora a esta anárquica y ensordecedora ciudad.

Llegué sin esperar una victoria pero saliendo a ganar.
Y me convertí en mi mejor triunfo.
Sería absurdo negar que le estoy siendo algo infiel a Sevilla.
Porque Madrid...
Me tienes enamorada.

viernes, 19 de junio de 2015

Asumo el riesgo


Voy a buscarte a la salida del trabajo,
a Madrid le faltan caricias y abrazos.
Se los daremos ahora.

¿Cómo ha ido todo?, ¿me has echado de menos?.
¿Sabes? anoche apareciste en mis sueños, 
llevabas menos ropa.





lunes, 8 de junio de 2015

El deshielo en tu boca

Es cierto eso de que nos invade el miedo cuando las cosas suceden.

Pero luego te veo guiñarme el ojo justo antes de besarme y se me pasa.
Recuerdo lo guapo que estabas el jueves en el concierto con esa camisa de cuadros rojos y el miedo me abandona.
Pienso en tu mirar y mi recelo se rinde. Se doblega y se retira, sabe que no puede hacer nada para competir con tus ojos.
Te rememoro desnudándome con la seguridad que siempre lo has hecho y el temor recapitula.

Ese desasosiego me abandona cada día.
Se aleja.
Esto es un deshielo.


Y lo único que deseo inundar es tu boca.

miércoles, 3 de junio de 2015

Las ruinas pueden ser majestuosas

Al abrir los ojos esta mañana se me escapó una sonrisa. Creo que aún estaba medio dormida, fue ese gesto el que me terminó de despertar.

El origen de mi ánimo fue notar que estoy aprendiendo a distinguir tus tonos de voz. Tu tono cuando me cuentas cosas que te importan y el que usas para llenar el tiempo con temas más banales. El tono que usas cuando me arremetes para picarme. Tu voz al hablar de tu pasado es tan distinta a la que te sale para hablar de tus padres.

Me gusta tu prudencia al plantearme temas políticos. Me divierte que admitas que no sueles introducir la política en tus conversaciones pero que conmigo te causa curiosidad tocarla.

Has tardado mucho en utilizar cualquier expresión en la que aparezca la palabra "contigo" y sé de tu cautela al hacerlo. 
Todo está tan en el aire que eludimos el "tú y yo".
Aunque no necesito verbalizar ningún "contigo", "nosotros" o "tú y yo" para saber que, cada día más, me apetece repetirte. 
Te repito porque me sacias sin empalagarme ni empacharme.
Reincido en ti porque a cada lametón o bocado, tu sabor es distinto.

Eres una pieza que me encaja de forma natural. No te oculto ninguna de mis caras porque me percibo espontánea contigo en la fiesta más lunática, en un restaurante japonés refinado, en una función de teatro estrambótico o en los bancos de la plaza del dos de mayo con dos cervezas de lata.

Me provocas calma y nerviosismo a la vez.
Te siento con recelo e ímpetu simultáneos.

Llega un momento en el que todo eso se transforma en excitación. 
Es entonces cuando sacas mi lado más carnal.
Me intuyo fuera de control y huyo de cualquier cosa que me encorsete. Por eso necesito que me quites la ropa con rapidez.
¡Y qué bien me lo haces!

Nada, me levanté de la cama porque eran casi las 10.
Encendí el ordenador. Y puse León Benavente.
Tengo que reconocer que en las primeras estrofas de "Las ruinas" me noté tan caliente como anoche mientras sonaba ese tema.

Y claro, tuve que volver a la cama. 


jueves, 28 de mayo de 2015

Vivir en presente simple

Y sucedió. 
Sabía que tenía que llegar. Este ímpetu inicial tenía que bajar.

Hoy no sé qué coño hago en Madrid.
Supe que hoy sería el día desde que amanecí. Lo supe por la música que me puse, porque siempre la música es mi hilo conductor y me desvela más de lo que me intuyo. 

Esta habitación aún no me gusta. No están los póster de la República haciendo de cabecero, ni la caja de madera que traje de Cuba. Apenas traje libros, pesaban mucho. 
Aquí las casas no tienen azoteas. Tengo terraza en el salón pero no hay color comparada con mi azotea de la Alameda. Me aliviaban tanto aquellos cigarros con vistas a la muralla de la Macarena.

Hoy quería una tostada y un café de mi madre. 
Los necesitaba.
Y que mi perro apenas me dejase darle un sorbo al café sin saltarme encima.
Mi padre llegaría del instituto a cosa de las tres. Me hubiese empezado a contar todos los titulares de la prensa y me hubiese contagiado de ese entusiasmo tan suyo por cambiar el mundo. 

Añoro muchísimo a mis amigos. Más de lo que imaginaba.

Salí a tomar unas cervezas y, casualmente, en el bar nos pusieron cruzcampo. Y fue una jodida putada.
De vuelta a casa, Malasaña estaba llena de gente. 
Grupos de amigos riendo, hablando, disfrutándose y queriéndose.

Al entrar en mi portal todo me pareció muy oscuro.
Las escaleras de madera, la baranda verde carruaje y las paredes marrones.
Las subí tan lentamente que nadie hubiese dicho que vivo en un tercero. Por cada peldaño que subía, bajaba cinco mi valentía.

Y aquí andamos. 
Malasaña está a rebosar. 
El cielo de Madrid es precioso desde mi balcón en Espíritu Santo.
Pero yo tengo una nostalgia que me consume.

Aquí conjugando el pasado continuo una y otra vez.
Con un futuro imperfecto que yo elegí. Porque soy tan imperfecta que me abrumo.

Estar sola no es fácil, se supone que ya lo sabía.
Me olvido de sentir lo maravilloso de empezar no sé qué. Pero da igual el qué o el dónde realmente.
Lo fascinante es sentirse tan libre de lanzarse a hacerlo.

Eso, eso es un presente muy simple.



lunes, 4 de mayo de 2015

No dejes de contonearte

Madrid da vértigo. La adaptación a esta ciudad no me da miedo porque su velocidad engancha. Y la ciudad tiene algo. Aún no sé qué es.
Algo que me hace tener la certeza de querer quedarme.
La soledad la llevo bien.
Aunque a veces mataría por cinco minutos con mi gente.

Jamás he publicado aquí nada tan personal como esto. 
Tu mensaje me ha dejado huella y quiero calcar aquí esa sensación que me ha dejado verme a través de tus ojos. Y que cuando la ciudad me sobrepase y asfixie, entrar aquí, leerte y llenar mis pulmones de aire limpio.
Porque con tu mensaje, Emilia, me he sentido como si hubiese estado en la corredera de Córdoba echando mil birras, aunque estuviese fisicamente en pleno barrio de La Latina.
Gracias.
Y yo si que te quiero.





"Hace mucho tiempo que quería escribirte. Quería, simplemente, dedicarte unas palabras, unos movimientos y trazos con mis manos que tanto mereces, o que tanto quiero regalarte.
Empatía que nos rodea y que nos protege, eso es lo que siempre me ha enamorado de ti. Pasión en nuestros pasos, para no pasear de forma inadvertida, para poder dejar huellas en las personas, cuerdas de nuestro gran teatro de títeres.

Gracias. No quiero seguir buscando la forma retórica de decirte lo importante que eres para mí. Es un verdadero placer, una auténtica gratitud compartir momentos contigo. Ojalá este mundo tuviese muchas más Ana,  ojalá cada rincón del planeta aguardase las chispas que emanas, ojalá en cada sueño existiese alguien tan fuerte como tú.

Me enorgullece pensar en ti y de repente tener muchas muchas ganas de verte, para poder quedarme hipnotizada teniendo la suerte de escuchar tus palabras, sencillas, naturales, cercanas y cálidas.

No tengo ninguna duda de que los caminos futuros vendrán fuertes y sólidos, vendrán según la vida lo desee y según tu dances con la vida, pero jamás dejes de contornearte. Deslízate en el azar, báñate en los instantes, saborea cada parpadeo.

Guarda tu sentido de la justicia, eso se llama Ana.

Me encanta estar escribiéndote, aunque no logre encontrar el sentido o las palabras exactas. Simplemente lo hago porque me latía el corazón desde hace mucho tiempo. Me late porque sé que a ti también, porque nos permitimos hacer lo que nos de la gana, con una misión común: poner toda la carne en el asador, vestirme de "mi amiga" para saber encontrar las palabras que a ella le harán feliz, fuerte, ella. Porque siempre intentamos buscar el mejor vestido de gala para nuestras mejores compañías, lo que más les haga y nos haga brillar.

Te siento como un corset, con dos palabras me realzas con elegancia. Cuando pienso que las alternativas se agotaron, tiras de mí hacia arriba, con hilos fuertes, con fibras que aún no se han desgastado, y como al fondo, una melodía que levemente va subiendo de intensidad y que a horcajadas te impulsa a vibrar. Y después de una larga jornada puedo dejarlo de lado, desdoblarme como quiera sin tener que continuar erguida, sin tener que fingir, teniendo la libertad para soplar y respirar tan fuerte como yo me permita.

Eres mi amistad temporalmente más pequeñita, aunque eso ya no quiero ponerlo más sobre la balanza. Ahora prefiero una balanza abstracta. Deseo una balanza que yo siento y poseo, una balanza en la que cada ocaso, me invade los pulmones de valentía si me detengo a pensar en ti entre pedales.

Lo único que deseo es que seas la persona más feliz del planeta, dónde quieras, cómo quieras, con quién quieras... porque te quiero."

domingo, 26 de abril de 2015

No estarás sola

No estarás sola,
siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida,
quien te de aliento cuando te des por vencida.
Tu revolución llenará sonrisas, 
yo la incorporé a mis aperos
de trabajo, a mi vida.





martes, 7 de abril de 2015

Desastre edulcorado con treinta cigarros al día.

¿Dónde termina la mala racha y empieza la pesadumbre?,
¿esta inquietud apareció antes o después de ella?,
¿la mala racha tiene algo de suerte o fortuna?.
No lo creo. El azar no tiene lugar en estos días.

No es habitual que me digan que tengo tristeza en los ojos. Hoy una buena amiga me lo dijo.
Incluso en los malos tiempos han prevalecido las chiribitas en ellos. Desde pequeña mi madre ha usado esa palabra para describirlos: "te brillan los ojos con chiribitas como en los dibujitos chinos".

Y me acuerdo de Galeano y su "mientras dura la mala racha", porque no ceso de andar de pérdida en pérdida y siento un pavor siniestro de perder la vida en alguna distracción. Y cómo no perder lo que nos importa y lo que no, estando tú tan perdida. No son distracciones sino desastre. Un desastre edulcorado con treinta cigarros al día.

Y odio la pesadumbre y la inquietud. Odio la negatividad y la desgana pero se me han metido dentro. Se me han filtrado adentro sin responder a mis amenazas de incendio. Son inmunes al fuego y la catástrofe, y así, cada impulso parece en vano.
Y yo estoy ardiendo.
Me urge sacarlas.

No es una huida, o eso creo.
Pero, cada día más, requiero de esos quinientos y pico kilómetros.
Y alejarme de esta mierda.

El mundo, de nuevo como dijo Galeano, es un mar de fueguitos.
Me estoy perdiendo esos fuegos de rostro humano por quemarme en mis miserias. 

viernes, 3 de abril de 2015

Esa nada

Esta noche de abril volví a echar de menos esa nada que había entre tú y yo. Esa nada tan sigilosa, delicada y sutil. A veces, más sexual. 
Del amor una se muere tantas veces. Y vuelve a él suicidamente, siempre volvemos.

Esa nada que quedo anclada años atrás, esa nada resistió en algún lugar entre Córdoba y Calamaro.

Aquella nada tan solapada y torpe.
A veces, muy sexual.


martes, 17 de marzo de 2015

Adicta a la droga dura

Despiertas adicción porque sabes aparecer en la debilidad.
Cambias los hábitos naturales y te inyectas en las venas lentamente.
Te apoderas de las ideas, tambaleas la seguridad, decaen los pensamientos.
Cada raya provoca un colocón que te va aislando. Te deja recluida y sólo luchas por convencerte del buen efecto que provocas. No se te puede abandonar. Porque convences de que amas y necesitas.

La dependencia crea dependencia.

Cada chute te va hundiendo más pero no sabes salir. 
Eres cálida y arropas, como un lobo con piel de cordero,
eres egoísta, así que en las malas rachas, desapareces.
Estás libre de responsabilidades y las delegas en los yonkis que penden de ti.

Tu invitación constante: "báilame el agua".
Yo no quiero acabar como en la homónima novela de Daniel Valdés.
Así que fin del baile.

Aparece el mono, la abstinencia.
Confundida, busco justificaciones baratas para continuar con la autodestrucción, porque fomentas la aniquilación de una misma.
Consigues que me anule y me olvide de mi.
Esnifo tus problemas falseados. Me sostengo por levantarte, te pintas hundida aunque no lo estás. Estás hundiéndome.
Debilitas otorgando sensación de subidón, como la droga dura.
Eres la droga dura que crea rápida adicción.
Tú controlas la dosis y eres experta en vendar ojos para aislar del mundo.

Algo más de 62 semanas con esa droga bajo mi techo, 
viviendo conmigo y nutriéndose a mi costa.
Ya te saqué de mi o salí yo, qué más da
pero cada día me siento más limpia de ti.

Me quedo con la experiencia de haber tenido un veneno como tú en mis días. Y me has enseñado, pero yo no comulgo con la idea de que "la letra con sangre entra".
Y de sangre y dolor, tú entiendes de sobra. 

Eres una fatalidad y te quiero

lejos.
Lejos.
Lejos.



jueves, 12 de marzo de 2015

Mi Remedio

A ratos me asalta la culpa.
Esta mala racha dura demasiado y no termino de despegar. Una piedra diminuta me provoca una caída de la que me resisto a levantarme. Me he hecho adicta al suelo.

Pero existe ella.

Ella que a sus cincuenta y pocos conserva esa cara redonda de niña.

Ella con ese flequillo pícaro cayéndole al lado derecho de la cara.

Ella tan rubia, de tez blanca y con pequitas. Y no es porque me haya parido, pero es guapísima.

Ella siempre ahí. Haciendo que jamás me haya sentido sola.

Ella y su continuo esfuerzo por empatizar conmigo, pese a ser dos mujeres tan distintas.
O eso creía yo.
Somos muy distintas pero existe un matiz.
Es diferente nuestra superficie pero tenemos una esencia común. 
Y qué orgullo.

Que manera tiene de dejarse la piel por nosotros.
Es increíble, de verdad. No os lo imagináis.

No le gusta la política, sin embargo, mañana 13 de marzo hará 28 años casada con mi padre. Comunista hasta la médula, un luchador incansable al que ella adora. Siempre le ha apoyado y admirado. Se siente orgullosa cuando habla con la gente del barrio de la sencillez de su Quirós.

Cuida de mi hermano con una pasión inquebrantable. Él le permite todas las licencias que yo le quité de adolescente. Se desvive por su alegría y disfruta de que la deje cuidarlo como cuando era pequeño, pese a sus veintipocos.

Me llamo Ana por su abuela, a la que adoraba. 
Se deleita recordando como en el paritorio había un bebé que no paraba de llorar y a las demás madres les iban entregando a los suyos. Y allí seguía el bebé llorando a lágrima viva. Y sólo se silenció cuando lo pusieron en su pecho. Ella la miró y pensó: "Eres para toda mi vida".

Y soy suya para toda su vida. 

Ella me hace sentir que, pese al caos en el que vivo, todo va a ir bien. 
Cuando me dice: "nena, no te preocupes. Todo irá bien". 
La creo. La creo a ciegas.

No sé si el mundo tendrá o no tendrá remedio.
Sólo sé que yo tengo a mi Remedios y que mientras ella exista, en el fondo, todo me irá bien.



viernes, 6 de marzo de 2015

Fumarte la piel en luna llena

Todo intensidad y pasión. Siempre.
Cada paso y cada decisión tenía una sobredosis de deseo frenético.
Ya no me sucede así. Hay tanto frío a mi alrededor y yo estoy gélida.

Esta pena es como un fantasma que no consigo sacar de mi lado.
Se acuesta en mi cama cada noche, da igual si estoy sola o acompañada.
Una pena, ya, tan íntima.
Por eso me maquillo más que nunca, como si los labios rojos pudieran camuflar estos ojos saturados de rimel. Y, aún con rimel y lápiz waterproof, existen miradas a las que no puedo enfrentarme.
Porque me rompería y el pegamento ya no da más de sí.
No tengo fuerzas para recogerme aunque sé que tengo que asumir mis escombros, y dejarme de super glue. 

No me queda paciencia para nada ni nadie.
Y me pasa lo mismo que cuando estoy mala. Siempre me han dicho que soy muy mala enferma porque hago imposible que me cuiden.
Quiero estar sola, que me dejen en paz y el exceso de atenciones me pone de mala hostia.
En medio de este frío me pasa lo mismo.
No quiero a nadie conmigo porque desprendo temperaturas glaciales y no voy a permitir que nadie venga aquí.
Será egoísta, lo será. 
Estoy impasible y distante porque no sé hacerlo de otra forma.
Y me da miedo llorar. Hace meses que no lo hago porque me da pavor no poder parar cuando suceda. Me sucede lo mismo al pensar en hablar de mi. Hablo, tal vez demasiado, pero solo de estupideces. Sé que al hablar de mi terminaría rompiendo la huelga de lágrimas.

Pero me he puesto en marcha para ponerle fin a este quebranto de ida y vuelta gratuita durante dos años.
No voy a dejar que le siga siendo tan barato empujarme hacía abajo en plena pleamar. Ahogándome sin oponer resistencia.

Y será estúpido pero al leer a Riechmann anoche, me dio un arrebato de pasión, parecido a aquellos, y me he subí a fumar a la azotea porque era luna llena. Y me dormí sabiendo refugiarme en mi piel sin dañarme ni martirizarme si, a veces, te echo de menos.



jueves, 26 de febrero de 2015

Madrid con ganas y vértigo.

Salí de trabajar e hice el camino a casa por calle Betis.
Las vistas de Sevilla desde esa calle siempre me han parecido una pasada, sin embargo, esa noche, algo me hizo sospechar que tenía que marcharme.
Que para seguir adorando Sevilla tenía que alejarme de ella.

¿Qué me ata?

No me ata nada porque las ataduras denotan compromiso y odio los compromisos. Las tareas escogidas libremente me fascinan, ordenen el nivel de sacrificio que requieran.
Y aquí hace dos años que mis planes y proyectos se fueron a la mierda. Desde entonces no me motiva la ciudad, me estanca y me limita.

Esa noche supe que llevo meses buscando incentivarme en encontrar un objetivo concreto. Una meta que alcanzar y lo que me falla es el ritmo.
Ese caminar cansado y, a veces, derrotado.

En dos días moví todos los hilos que estaban en mis manos y es que soy una tía tan afortunada. Tengo tan buenos amigos que casi no me ha hecho falta pedir ayuda para marcharme y ya me han ofrecido mucho más de lo que necesito.

El apoyo de mis padres me animó tanto. Que comprendan que en Sevilla he ido agotando opciones y estoy empezando a consumirme.
Alba y yo acordamos poner fin a nuestra convivencia. Se lo tomó mucho mejor de lo que esperaba. 15 meses viviendo juntas y hemos pasado casi por cualquier situación. 
Marzo lo vivimos con la fianza y sólo lo vamos a dedicar a disfrutar de las comidas/cenas/mañaneos con nuestros amigos para llevarnos el mejor sabor de boca de esta etapa que se cierra.
Jesús abre oficina de su empresa en Sol y sólo tuve que decirle que tenía en mente cambiar de aires para que me llamase inmediatamente al móvil y me dijera que lo que necesitara.
Sheila se acaba de meter en una hipoteca en Carabanchel y se puso como loca cuando la llamé. No paraba de decirme lo feliz que la hacía el saber que iba a tenerme cerca. Ya me esta montando el dormitorio porque me obliga a estar con ella, al menos, tres o cuatro meses mientras me adapto. Yo encantada de que mis inicios sean a su lado.

Abril y Mayo los pasaré en casa de mis padres que me apetece disfrutarlos para coger fuerzas antes de marcharme.

Y me da un vértigo bestial porque me marcho sola sin saber muy bien a qué, por cuánto tiempo o buscando qué. 

Pero quiero marcharme.
Necesito cambiar de aires.
Ansío ilusionarme con la cotidianidad.
Consiguiendo eso, sé que los proyectos y planes vendrán solos.
Siempre fue así.



domingo, 8 de febrero de 2015

Mi chico de Malasaña

Ya huele a tormenta,
rechinan veletas,
más tú, tú me puedes salvar.
Desciendes deprisa,
sin paracaídas
en tu escoba a todo gas.

Brujita - Nacho Vegas

No se qué es pero él tiene algo.

Al principio fue su presencia lo que me volvió loca. Es de esos tíos que ves y automáticamente te atraen como un imán. Encima, jugué con la ventaja de que fue él quién dio el primer paso, manifestando de forma directa su atracción por mi. No levanté mis cartas de inmediato y lo dejé hacer. Me invitó a un gin-tonic, empezamos a hablar de las edades y me hizo reír con sus bromas de tío experimentado con treinta y pocos. Estaba nervioso y se esforzaba en saber de mi. Fue en ese momento cuando decidí que se vendría a mi casa esa noche.

Durante el camino ya no había luces turbadoras de bar y empecé a fijarme en sus ojos inmensos y negros. Sus manos eran muy suaves y no sé por qué pero desde que salimos a la calle fuimos caminando de la mano, acariciándonos. Su boca era una provocación constante, al igual que su piel tostada. Me parecieron eternos los diez minutos que se tarda en llegar desde el garito a mi casa.

Allí le ofrecí una copa, por protocolo en realidad. Lo dejé en mi dormitorio y me fui a prepararlas, al llegar con las copas lo vi ojeando mis libros. Me miró y me dijo:

- Tienes buen gusto para la lectura, morena.

Yo le respondí:

- Y para los hombres también, bonito.

Solté las dos copas que ni catamos y empezamos a devorarnos. Me deleitaba lo observador y tranquilo que estaba, eso me hizo calentarme a fuego muy lento. Me miraba fijamente dejando claro que iba a complacerme sin reparos. Sus ritmos en mi cama eran casi hipnóticos, me llevó a un nivel de concentración en mi placer que no había conseguido jamás en la primera vez. Me movía a su antojo probando mi cama, mi escritorio, la puerta de mi armario empotrado y mi espejo de madera. 

Él en el sexo tiene un salvajismo brutalmente tierno que me excita exorbitantemente.

No hubo duda de que nos habíamos entendido bien así que, saciados, nos dormimos enroscados como un ovillo. Justo en ese momento me tenía abrazada de modo que su barbilla quedaba sobre mi frente, a la que bajó medio dormido para darme un beso y me dijo: "Duérmete, mi niña". 
Le hubiese dado incluso las gracias en ese momento, pero hubiera quedado fatal. Gracias por hacerlo todo tan natural y permitirnos el placer de dormir así y darnos cariño siendo dos desconocidos.

Los siguientes días recuerdo que pasé unas agujetas del carajo, me costaba agacharme la misma vida pero reconozcámoslo: las agujetas por follar de esa manera nos hacen sonreír. Así que, con gusto, pasé mis molestas agujetas.
Desde entonces hemos repetido cada vez que has podido escaparte al sur. Y, aunque no te lo diré, he notado que tus visitas son cada vez más frecuentes y ahora te haces el Madrid-Sevilla/Sevilla-Madrid un par de veces al mes. Y me encanta que tus frecuencias en mi vida vayan in crescendo.

Te fuiste de mi casa hace apenas unas horas y al mirar en mi escritorio he encontrado un ticket de una tienda de bocadillos en el Mercado de San Ildefonso y la programación de una sala de teatro en Triball. Cada vez que pasas por aquí dejas algo, como dejándome rastro de tu existencia por si la olvidase. Y reconozco que consigues el objetivo.

Y lo he ido guardando todo: los papeles del curro que te dejaste la primera vez, el calcetín que me cambiaste por error, la bufanda turquesa y ahora incorporaré el ticket del bocadillo y la programación teatral.

Y no sé qué es pero mi chico de Malasaña tiene algo. Algo adictivo porque hoy no sé qué daría porque durmiese aquí conmigo y volver a encontrar rizos en mis sábanas recién lavadas.

miércoles, 4 de febrero de 2015

La puta que sueña ser musa

Hay rachas, y no hablo de semanas o meses, en las que nos es más fácil conocernos desde fuera que desde dentro. Un buen día empezamos a ahondarnos, incluso a perforarnos para extraer respuestas: ¿qué pasa?, ¿qué estamos haciendo con la vida?.

El desaliento de subsistir en barras de bar empieza a pesar, la intensidad y los excesos de alcohol y drogas me estaba abrasando por dentro, el alimentar que no frenase el cortejo de hombres pasando por mi cama de metro y medio dejó de ser una diversión. Entonces empecé a ahondarme, taladrarme la cabeza y perforarme el corazón.

Reencontré cosas de mi que me encantan y las rescaté del hundimiento. Al hacerlo, mi ritmo de vida se fue relajando de manera natural y empecé a serme más productiva. Necesitaba serme fructífera porque me estaba empezando a no vislumbrar, cada día más lejos y al borde de caer a un precipicio sin nadie que diese la voz de alarma. Porque no hay nadie.

Y también reencontré otra cosa que pensé que ya no existía, y esa, no me gustó tanto como las otras. Pensé que se había evaporado fruto de aquello que llaman madurar pero no, ahí sigue.

Hay miles de chicas con atrapasueños en el techo del dormitorio, cientos de libretas con fragmentos de poemas y canciones anotadas, amantes de la poesía que coleccionan libros de literatura alternativa y todas nosotras estamos bien jodidas. 

Estamos jodidas por eternizar el pueril sueño de llegar a ser musas de cualquiera. No exactamente cualquiera. Musas de aquellos que nos parecen brillantes y que admiramos a pleno pulmón. Esos, esos nos volverán locas a corazón abierto. 

Y ahí estarán esas musas que son capaces de subsistir respirando el dióxido que nos ofrezca él, que fantasean con rescatar del naufragio a fulano o las que tienen la necesidad de demostrarse que el amor existe como lo soñó desde niña y para ese amor, tienes que sentirte su musa.

¡Pues no!

Me lanzo al vacío fiándome de una intuición que, aunque a veces falla, es la única en la que sé confiar y serle fiel. Empeñada en derretir corazones de hielo que no serán derretidos por mi sino por otras. Y yo lo deseo, lo ansío, me empeño en ello hasta debilitarme y desgastarme. 
Demolida, vivir se convierte en subsistir durante un tiempo.

Y llegan otros. Llega él.
A él no le apasiona la poesía, no entiende muy bien porque me encandila un tipo de cine o porque en el spotify hay una lista oculta para ser escuchada sólo cuando este sola. Son rarezas, pero se preocupa en hacerme saber que son anomalías que le encantan.
Él no quiere musas.

Y para él no hay una mujer que lo rescate de sus naufragios ni tenga lumbre para derretir sus miedos y cobardías de hielo. 
La mujer que él encuentra tiene una mordaza en la boca y cuerdas en las manos, descubre a una mujer fría y, aparentemente, segura de sí misma que no quiere entregarse. No es que no pueda brindarse a él, es que no quiere.

Y estoy profundamente cansada de ser dos mujeres. Cansada de ser la equivocada con el acertado y la exacta con el inexacto.

Creo que soy adicta a la tristeza, a la melancolía y al drama. Lo he sido siempre pero pensé que esa parte de mi habría madurado con veintiséis años pero no, ahí sigue la puta soñando ser musa.