viernes, 26 de diciembre de 2014

La vida es cambio

Cambiamos desde que nacemos y el único momento en el que dejamos de cambiar es cuando morimos. La muerte es estabilidad.
Y cuando en la vida no somos capaces de cambiar para mal o para bien, nos sentimos frustrados, como un poco muertos.


Últimamente pienso que hay que dejar a todo fluir naturalmente para que la vida nos traiga cosas nuevas. Cuando pienso en mi futuro, me gustaría no ser siempre la misma mujer, no quiero una vida de estabilidad absoluta con mi rival rutina de protagonista. Quiero llenar los días de cambios y descubrimientos en mí misma  y en los demás para que vivir me divierta, como divierten los juegos.


Vivir debiera ser una liberación constante. Me gusta pensar que viviendo así me aguardará el acercamiento a la libertad y la aceptación de mi misma en todos los sentidos. 
Más espontaneidad es lo que necesitamos todos, y más sinceridad también para despojarnos de lo que nos asfixia y paraliza.
Definitivamente hace falta sinceridad.
Sinceridad para que la vida nos pueda sorprender a cada paso. Esto del vivir no es una ciencia y una gran parte de la vida se basa en el azar, y si no seguimos a nuestro corazón significa que vamos contra él y nos sentiremos constantemente frustrados. Deshacerse de lo que nos ha generado tanta frustración requiere demasiado esfuerzo como para alimentar vivir con tal desenlace.
El amor siempre me ha parecido una especie de castigo, algo así como una condena inesperada y fortuita. La vida sin amor sería más sencilla, aunque infinitamente menos bonita. Me da rabia que el amor se active sin nuestro permiso, y nos llenemos de cómo, cuándo y por qués sin respuestas claras. Es imposible detenerlo porque no depende de nosotros. 
No es malo, es así, no tiene explicación. 

Lo difícil es aceptar esos sentimientos y entender que merecen un respeto, una aceptación y, aunque nos cueste entenderlo, dejar que fluya. Y al fluir será arrollador, podemos sentirlo asfixiante porque se nos mete dentro y nos cala hasta las entrañas. Nos dará miedo, nos daremos miedo frente al espejo.


El amor es una especie de destrucción porque nos consume y nos sentimos en pro de un único objetivo. Es también es una forma de crecer y aprender. Lo malo es el esfuerzo constante que supone tomar las riendas de estos nuevos ritmos, frenar el acelerador y pararnos a fumar en cualquier parque para, al fin, dejar de correr. El amor que yo quiero no son prisas sino fuego lento.
Hace unos días dio comienzo el invierno y hace un frío terrible.
Tengo tendencia a prender toda la leña que encuentre a mi paso en busca de un fuego potente, vivo y apasionado. Esos fuegos arrolladores que destrozan todo a su paso, exactamente esos son los fuegos que me provoco. 
Y estoy aceptando que quiero la lumbre del amor a fuego lento sin sobresaltos y sin rutina. Entender que esto último no es antagónico y que ya no quiero más competiciones me requiere un esfuerzo diario.
Tanta pasión mal enfocada, tantos miedos a no vivir cómo habías dicho que querías hacerlo. ¡Ay tanta cabezonería, Anita!
Voy aceptando que lo que haga no siempre gustará a los demás, puede no ser bien visto, bien evaluado e incluso criticado. Estas críticas pueden ser duras, desagradables o indiferentes, lo único que las hace diferentes es el emisor de las mismas. Acepto que la presión de las críticas me era insoportable.

Este año tan duro me ha cambiado el chip en ese sentido, con el tiempo he ido entendiendo que con quien pasaré el resto de mi vida será conmigo misma y es absurdo dejar que los demás interfieran negativamente en lo que a una le da vida y en lo que ha escogido con plena libertad. Consciente de la posibilidad de fracasar e independientemente de las opiniones de los demás, es necesario para encontrarme e irme convirtiendo en la persona que quiero ser y conseguir, en un futuro, aceptarme abiertamente, entenderme mejor y estar más orgullosa de lo que soy.

La vida es cambio y en una semana cambiamos de año.

Y algo me dice que todo irá bien, sobretodo que yo voy bien.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Mi régimen fluvial

A veces suceden cosas que suponen un punto de inflexión. 

Ha sido un domingo inhumano e injusto. Ojalá el reencuentro de tanta camaradería no se hubiese dado así; tu recuerdo siempre me sabrá a eternas asambleas estudiantiles. En mi memoria estarás con tu limpia sonrisa y la riñonera en esas maravillosas caderas que hacían ruido allá dónde fueses.

Llevaba semanas intentando hacer el típico balance de final de año y no puedo hacerlo porque este año no cabe en calendarios.

No puedo porque me empiezo a sentir bien y no necesito hacer balance de bandazos y excesos que habían embebido mi esencia. En diciembre cada amanecer me sabe distinto y voy recuperando mi innato poderío para enfrentar la vida. 
Es tétrico pero hoy he desembocado frente a los ojos de compañeros de mis mejores años, pese al desconsuelo que invadía nuestras miradas, me ha reconfortado verme a través de vosotros. Sentirme reflejada en la idea que sé que tenéis de mi, percibir que puedo abrazar fuerte a las personas porque me siento en casa, presagiar que me olvidé de ser cariñosa. 

Siempre he sido zalamera y expresiva pero cuando el sentimiento me nace sin tener que reprimir. Me asfixia intensamente reprimirme y me he contenido y cohibido por encima de mis posibilidades.

Y el penúltimo domingo del año, la vida da este inmerecido revés. 

Emocionalmente no viviré con más paliativos, no avivaré más teatros ni asimetrías. No pienso seguir condenándome a no fluir porque necesito que la pasión se me filtre en la piel. Mi cauce natural es mucho más enérgico y este pavor a desbordarme sólo me mantiene con la permanente activación del protocolo para prevenir eventuales desbordamientos. Me he impuesto el estiaje como norma y el estiaje siempre es temporal. Necesito dejarme llover y que mi caudal fluya espontáneamente.

Y...

"La vida no es significado, la vida es deseo." 
C.Chaplin





sábado, 13 de diciembre de 2014

El mundo


            Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. 
El mundo es eso -reveló- Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. 
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Galeano

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Atajos con trampa

El año pasado celebré contigo aquel cuatro de diciembre.
Con ese pasodoble de Los Piratas que tanto me gusta:

"Cómo se puede olvidar veinte años de libertad. Libres, libres para siempre. ¡Qué bonita navidad de aquel 4 de diciembre!"

Y pese a que dejé de recordarte hace algún tiempo, me pone nerviosa tu regreso.

Sin darme cuenta he empezado a atajar por calle Regina para ir al centro.

Y calle Regina no es un atajo. Nunca fue un atajo.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Melomanía melancólica

Música. Melancólico alimento para los que vivimos de amor.” 

Julio Cortázar



Y en esas andamos. Llevo casi dos días escuchando música que me destroza pero no tengo fuerzas para más.
En dos días el odio y la ira se esfumaron. Me permití recordar todos los momentos buenos, toda nuestra felicidad juntos. Creía haberme librado de ellos pero no. Un simple "Me marcho de Sevilla"  y como imágenes empezaron a pasarme por los ojos toda esa secuencia de momentos felices que creí olvidar.

Nos despedimos y fue maravilloso. Entendí porque me marche de tu lado. 
No me ves. Antes pensaba que no me escuchabas, ahora sé que no consigues verme. 

Me tocó el papel de siempre: ser fuerte, racional y serena.

No podía cojear ni una milésima de segundo. 
Después de tanto tiempo estabas asustado al tenerme enfrente. Cuando viste que no estaba por morder ni atacar, te confundiste, Esa confusión te llevó a un sutil acercamiento temeroso que intenté gestionar lo mejor posible.

Tu confusión en aumento. Tus ojos me lo decían, cualquier excusa de mi boca te hubiese servido para quedarte. Siempre supe que te quedaste en Sevilla a esperar mi regreso.
Y yo al tenerte enfrente sólo podía sentir lo bueno que eres y lo que te quiero. Sin tener la más mínima duda de que nada por dentro me remueves. Nada.

Después de un año, tres meses y tres semanas esperé encontrarme otra persona, mis intenciones eran decirte que eres maravilloso pero no pude.  Cualquier cesión te hubiese servido.

Fin de la despedida.
Me alegro de haberlo hecho porque siento que te he cerrado y que sabes que irte y olvidarme es la única opción.

Y no puedo mostrártelo ni reconocértelo pero llevo dos días sin parar de escuchar nuestra música.
Esa música me da calor y tengo mucho frío. 
Y al sumergirme en esa música siento que me han dado la cara muchas cosas estos días y tú has sido solo la gota.


En momentos como este: la música es la droga más dura.



Siguiente canción...

jueves, 20 de noviembre de 2014

Siempre Neruda...

Juegas todos los días con la luz del universo. 
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. 
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto 
como un racimo entre mis manos cada día. 
A nadie te pareces desde que yo te amo. 
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. 
¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur? 
Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías. 
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. 
El cielo es una red cuajada de peces sombríos. 
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. 
Se desviste la lluvia. 
Pasan huyendo los pájaros. 
El viento. El viento. 
Yo solo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. 
El temporal arremolina hojas oscuras 
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo. 
Tú estás aquí. Ah tú no huyes 
Tú me responderás hasta el último grito. 
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. 
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos. 
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas, 
y tienes hasta los senos perfumados. 
Mientras el viento triste galopa matando mariposas 
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela. 
Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí, 
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan. 
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos 
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes. 
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote. 
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado. 
Hasta te creo dueña del universo. 
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, 
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos. 
Quiero hacer contigo 
lo que la primavera hace con los cerezos

viernes, 7 de noviembre de 2014

La bobería del maridaje

En fin,
Tener miedo y estar vivo
A menudo es parecido.
Así que,
¿cómo no temerte a ti? 

Pequeña bachata mediterránea - Ismael Serrano

Hay elementos que armoniosamente se mezclan al disfrutar de platos y vinos. Encajan a la perfección en nuestro paladar.
Esa combinación perfecta que tiene que despertar las más placenteras sensaciones.

Muchos de mis años fueron de gran reserva, sin embargo nada me decían todos aquellos quesos manchegos y carnes de caza. Al decidir romper con esa tipología vinícola también desterré esos platos. Se los prohibí a mi paladar para siempre.

Decidí ser un vino blanco, lo que me condujo a sabores nuevos. Sabores placenteros que me estimulaban y excitaban: pescado y marisco a toneladas. Todo sabía a mar y me lo tatué en una botella. Libertad a raudales

Y el paladar se acomodó. Empecé a echar de menos elementos de aquellos días de gran reserva y me comenzaron a sobrar ingredientes cotidianos de ser vino blanco.

¿Qué es la bobería esa del maridaje?
¿Quién decide por qué armonizan vino y plato?
¿Quién prohíbe degustar lo que nos apetezca aunque las leyes parezcan indicar que no armoniza?, ¿Quién decide qué es armonía?.

Si no armoniza basta con poner por medio un trago de agua e ir apreciando los sabores sin que se obstruyan entre sí. 
Estos días soy un vino que se niega a coligarse a ningún alimento.


Y lo más importante de todo es que veo lo negativo de parcelar la vida y los sabores. Quiero contaminarme porque al hacerlo abandonas las restricciones y, por ende, dejas de añorar aquellos aromas balsámicos y claro, también es arriesgarse a empachos e intoxicaciones de las que nos sobrepondremos.

Existen alimentos con rostro que armonizan conmigo me vuelva orujo, chacolí o vino dulce de Málaga. No niego mi resistencia a sentirme encandilada por su sabor pero me es imposible desafiar tal placer sensorial.

miércoles, 22 de octubre de 2014

iónico versus convalente

Es agotador este otoño de ni frío ni calor. 

Las temperaruras siguen siendo tan asfixiantes como a principios de junio y así no hay manera de ponerse el abrigo. En AEMET ni siquiera se vislumbra una relevante bajada de temperaturas para la próxima semana y yo necesito el frío. En teoría lo aborrezco pero, sin saber por qué, en este momento me urge que todo se vuelva gélido. 

Este tiempo me recuerda tanto a junio. 

Ese mes me apetece mucho Cádiz y la primera visita al centro fenicio por excelencia, siempre implica un punto de inflexión para el resto del verano. El primer mar que quiero ver cada año siempre es el gaditano.

Este octubre me recuerda en grados centígrados a comienzos del verano. 

Así que probaré suerte y me voy pá Cádiz a respirar su sal.

Espero que en mi batalla iónica triunfe la sal y equilibre el empalagamiento mental que me persigue las últimas semanas.

sábado, 18 de octubre de 2014

Torreblanca

Mi rechazo al barrio empezó en la adolescencia y poco a poco se me fue enquistando de manera obsesiva.
Torreblanca estos días cambió de color.

No me había dado cuenta de lo que añoraba comer en casa y ver como automáticamente nos sentamos en nuestro sitio en la mesa. La comida siempre desemboca en hablar de política con mi padre y es el único que me tolera mis formas de mierda y mi crispación innata cuando se me lleva la contraria.

El cigarro en mi patio. Mi patio lleno de plantas de mis abuelas, recuerdo las discusiones de Isabel y María acerca de quién nos regalaba las plantas más bonitas. Siempre han competido por nuestro cariño las muy idiotas. Afortunadamente aún lo hacen.

Echarme la siesta en mi sofá y que mi madre me despierte con la merienda. Hacía meses que no merendaba porque, en realidad, no me gusta hacerlo sin ellos.

Echarle broncas a mi hermano por sus pintas y su música es algo histórico pero estos días en casa no he seguido mis cauces naturales. Mi niño es la persona con mejor corazón que conozco y me admira una barbaridad. Nunca me había dado cuenta porque siempre ha estado harto de que lo comparen conmigo y saliese perdiendo. Jamás saldrá perdiendo ni ganando con respecto a mí porque me tiene a su lado y no enfrente.

Mi hogar es donde estén ellos y estos días me han dado impulso. Impulso para sentir que no necesito refugiarme en nada ni en nadie para no sentirme sola. Estar sola ha sido mi opción, no mi obligación. Además de lo relativo de la soledad que, sin duda, estoy mucho menos sola que hace dos años.


Y ya era hora de que me muriese de alegría al ver a mi pelirroja en la cocina haciendo mil y un dulces, de observar a mi padre en el sofá tocando Clapton con la guitarra porque sabe que lo estoy escuchando y que me pregunte: ¿me sale bien? con la media sonrisa que se le pone cuando toca para mí.


Torreblanca en otoño es maravillosa porque sus calles son mi infancia, los caminos a casa de mis abuelas, mis primeros besos y las primeras discusiones pasionales en sus esquinas, las originarias paredes que comencé a encolar para pegar carteles del Sáhara.



Me había olvidado de lo torreblanqueña que soy.

martes, 14 de octubre de 2014

Tal vez

Tal vez,
lo más fácil sería echarle la culpa al vino,
a las canciones o al momento.

Quizás,
la certeza de saber
que los daños colaterales del día después
estarían silenciados por 2000 km de distancia,
besos y palabras,
fue un columpio hasta mis labios.

Llegaste,
yo no te esperaba
y aunque los gestos siempre son provisionales,
volví a ver en tus ojos puertas abiertas.
La noche cabía en tus pupilas.

Hablamos de nuestros triunfos, fracasos,
ya sabes que a veces el pasado
es como un dulce con sabor amargo.

El deseo abrió sucursales entre nosotros,
después de aparcar nuestros corazones
en un pozo cerca del océano
desaté mis manos y tus botones
y te robé la ropa de más que te puso el invierno.

Hoy no busco respuestas
y lo que más me gusta de ti
es todo lo que no sé.
Tampoco busco que entre nosotros
se escriba la palabra
amor.
Pero espero,
tal vez,
que uno de estos días
tropieces con las ganas de verme
y me llames
cuando yo no te espere.


Diego Ojeda

lunes, 6 de octubre de 2014

Mientras dura la mala racha

Es una constante este otoño. 

Siento una necesidad perpetua de poner orden, darle armonía y equilibrio a todo. Soy la anarquía más caótica que mi cerebro puede imaginar.

Y no sé cómo meterme mano, cómo saber por dónde empezar. Me cuesta sacar fuerzas para seguir respirando este aire viciado, este aire que comienza a serme tóxico.

Todo esto no significa que esté mal ni triste. No tengo obstáculos concretos, no sé detectar nada preciso que me estorbe ni me fastidie. Sencillamente no estoy acostumbrada a sentir esta falta de aliento, iniciativa, impulso y, lo más importante, esta ausencia de estímulos.

No sé si son tiempos turbios sin más, no sé si estoy equivocándome en algo que aún no he conseguido detectar, tampoco sé si me estoy anclando en la búsqueda de la Ana de hace 8 años y estoy intentando recuperar cosas que ya no existen, que no siento ni pienso. Cosas no materiales sino elementos que creía que formaban parte de mí y no los encuentro, por más que los busco.

Mis días están cargados de distracciones banales y, como dice Galeano, siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna de ellas.

No sé de dónde vendrá, tal vez sea yo misma quién tenga que dármelo pero necesito un abrazo tan fuerte que me rompa los miedos.

Espero que la mala racha sea lo más efímera posible.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Primer paso

Reconocerlo es el primer paso.

Dentro de unos días hará 10 meses desde que comenzó nada. Diez meses que parecen dos años, un tiempo en el que se han combinado más sensaciones y emociones que en cualquier tiempo pasado.

Y me rindo. Me niego a no asumir que desde que apareciste algo cambió, no puedo negar durante más tiempo que eres mi punto débil y cada vez que reapareces quiero que te quedes sin saber para qué pero que te quedes. Han sido tres las despedidas entre nosotros. En cada despedida me he convencido que era la definitiva y que ya se terminaban estas explosiones de emociones que me despiertas pero siempre vuelves y me revuelves.

Me dejas patas arriba sin saber por qué.

Me quedo rebosada de incógnitas porque jamás te siento ni me siento natural contigo y después de tanto tiempo todo se debería haber normalizado, sin embargo continuamos evitándonos y esquivándonos aunque estemos sentados en la misma mesa.

Pero antes de marcharte para siempre, otra vez, vas y reapareces.

Vuelves y me das tregua. Vuelves y me miras, me hablas evidenciando la falta de espontaneidad y fluidez que te acarrea coincidir conmigo, te hablo y soy el reflejo de las mil sensaciones que me despiertas por eso estoy tan intranquila.

Y en los días siguientes me encuentro cansada de ir a los mismos bares cada noche y buscarte aunque sé que no estás. Y todos se parecen a ti durante dos segundos hasta que me doy cuenta de que no voy a encontrarte y cómo me jode que me sucedan estas cosas.

Estoy cansada de esas apariciones fugaces en mi vida que me dejan apática con el mundo. Me parece injusto que en menos de 24 horas seas capaz de no querer coincidir conmigo estando a escasos metros y horas después aparezcas en el bar en el que estoy, te dediques a sonreír cómo sonríes y a mirar como miras.

Y te despidas de mi a las dos de la mañana dejándome desconcertada cuando al irte a dar dos fríos y distantes besos de despedida, vas y me abrazas. Me abrazas y noto, no sé cómo, que te gusta mi perfume. Sé que te gusta porque recuerdo que alguna vez hiciste alusión a ello. Y claro, otra vez recuerdo.

La frase final es, de nuevo, otra despedida a medias que no me deja cerrar la historia: "Nos vemos en navidades que vuelvo". No somos amigos, no me vas a llamar en navidades cuando regreses, no sabremos nada el uno del otro estos meses pero tú siempre haces esas cosas. Siempre sueltas esas explicaciones innecesarias que nunca entiendo porque es raro y forzado.

Me da pánico que no desaparezca esta energía que desprendes y que me rebasa, que reaparezcas en unos meses y vuelva a compararte con el resto y te me apetezcas más que todo lo demás; tampoco me da calma pensar que no aparecerás porque detrás de cada adiós siempre escondo un hasta luego. Sólo hay algo que desee más que tus reapariciones y es la aparición de algo nuevo que me erice la piel y que así toda esta absurdez desaparezca de una vez.

Supongo que son cosas de la vida, aunque me haya matado por negarme que todo esto me estaba sucediendo.

Y retomando el inicio: reconocerlo (que ya es hora) es el primer paso.


lunes, 18 de agosto de 2014

Rockola

La otra noche, poniéndonos al día de nuestras peripecias etílicas nocturnas, un amigo me hizo un comentario que me ha hecho pensar mucho estos días.

- ¡Pues deja de ir de mujer fatal!

Le estaba hablando, por segunda semana consecutiva, del guitarrista de los ojos trasparentes a quien me encontré el viernes en el Rockola.

Mientras más tiempo pasa, menos puedo negarme a aceptar que soy profundamente enamoradiza, aunque me joda. Me enamoro de un paseo por el río o de las vistas desde mi azotea. Prácticamente de casi cualquier cosa que me estimule. Y los hombres también son estímulos.

Aquí tenemos el quid de la cuestión.

Soy incapaz de moverme por las esferas del ligoteo puramente carnal sin fijarme en algo más. Hay rachas en las que he estado en una onda mucho más superficial y veía poco más allá del polvazo que tenía X, no había ninguna otra cuestión que me interesase que lo que aconteciese durante un par de horas en mi cama.

Desde el comienzo del verano esas historias han pasado a parecerme vacías, absurdas y profundamente frías. No ha sido premeditado, simplemente el cuerpo me ha dejado de pedir reincidir en historias que habían dejado de sentarme bien. Sé que en este año de transición absoluta he actuado de ese modo por mi déficit de seguridad y autoestima.

Ahora la seguridad y la autoestima me la refuerzan mi familia y mis amigos, sentirme valorada y querida por ellos. Ahora mi confianza y bienestar no dependen de cuantos líos de cama tenga abiertos, eso es algo que me hace sentir profundamente bien.

Ahora sé que soy yo quién elige follarse a alguien porque me despierte algún estímulo, no elegir entre quienes se hayan fijado en mi y hayan dado el paso de acercarse después de ocho copas a las 5 de la mañana.
Y he aprendido a no forzar situaciones, a dejar que todo fluya porque hay algo más. El estímulo supera lo físico cuando lo que te ha llamado la atención de alguien va más allá.

Ahora, inevitablemente, viene la autocrítica:

Ahora que el estímulo humano aparece, yo paso a sentirme más vulnerable. Desarrollo una especie de filofobia infundada porque me da pánico enamorarme.

Es aquí donde entra en juego el rollo de femme fatale. Esos ojos trasparentes me intimidan, me vuelven tremendamente tímida y utilizo el rollo este de soberbia altanera para protegerme de mis pudores. Me produce aversión que la imagen que puedo proyectar para los demás sea esa y ese es el objetivo de toda esta parrafada mañanera.

Tengo la pretensión de romper con este mecanismo absurdo, el propósito de sí vuelvo a cruzarme con esos ojos trasparentes o con otros, no rehuirlos. Soy consciente de que el viernes él tuvo bastantes conductas de acercamiento y yo no dejé de reincidir en desoír cualquier gesto y boicotear la situación.

Tengo que darme cuenta que no soy la única en el mundo a la que le gusta sentirse bien por las muestras de interés de los demás, que la gente necesita que le digan las cosas bonitas y no solo yo, que el resto del mundo también tiene timidez y que las situaciones tienen que ser recíprocas o las desechamos.

Y esta falsa soberbia de femme fatale es un cuchillo que sostengo con fuerza pero con la mano en la hoja afilada y cortante que lo convierte en un estropicio.

No soy la única que esta pasando por un momento duro, no soy la única que necesita y exige algo más. No soy tan única, aunque como diría Aute, a veces en nuestra búsqueda es más fácil encontrar rosas en el mar.

Pero el mar lo tiene todo, también rosas que rescatar para que el sol y la sal no las marchite.




lunes, 11 de agosto de 2014

Madrigal a la ciudad de Santiago

No sé si llamarlo karma, corazonada o presentimiento pero últimamente mi mente viaja a Galicia constantemente.

No sé de dónde sale esta pasión por tierras gallegas.

Son pequeños detalles: más turistas gallegos en el hotel donde trabajo que de costumbre y una conexión especial con ellos, paisajes gallegos haciendo zapping por la tele, sueño estar en la costa de Cedeira, sentirme feliz y despertarme de buen humor.

Y el viernes yendo de recogida de bares que dolían un poco (y más si abusas del alcohol para anestesiar los recuerdos), comencé a caminar para casa por calle Relator, eran las 4  de la madrugada y empecé a escuchar música. La música venía de una azotea, no sé exactamente cual, y conforme me iba acercando identifiqué la canción: Luar Na Lubre poniendo música al maravilloso poema de Lorca "Madrigal a la ciudad de Santiago". Hacía años y años que no escuchaba esa canción.

Me paré en seco y me encendí un cigarro. Esa canción borró todo lo turbio que me perseguía esa noche, conseguí dormir tranquila cuando estaba segura que mi cerebro a mil por hora me acarrearía insomnio durante horas y...volví a soñar con Galicia. 

Lo más curioso es que nunca he estado en Galicia.

Arrastro un año que pesa mucho, no termino de amanecer y no sé como hacerlo.

Algo me dice que tendría que alejarme físicamente de mi tierra, a la que adoro más que a cualquier otra, para verme desde la distancia.

Y tengo la irracional certeza de que en Galicia me espera el aire limpio que no termino de encontrar. Es un viaje que quiero hacer sola y en invierno.

Es un viaje que haré sola y este invierno. 




jueves, 7 de agosto de 2014

Y entonces llegó Córdoba


Me encanta agosto.

Agosto me recuerda a mi infancia y debo confesar que mi niñez fue maravillosa. Este mes me sabe a Cádiz, Málaga y Almería, me huele a mar aunque ahora no pueda tenerlo cerca por las mañanas como en aquellos años.

Agosto me invita desechar lo que me absorbe la energía porque la energía me brota de dentro.


Y tú eres tan pura y enérgica que aunque este blog es incógnito haré que leas esto porque quiero que sepas cómo te ven mis ojos, porque me gustaría que creyeses más en ti y fueses consciente de lo que aportas y trasmites a los demás.

No puedes llegar a imaginar la importancia que tiene tu aparición en mi vida, aunque tú no apareces sino que irrumpes y eclipsas con tu presencia porque no dejas indiferente a nadie. Tienes esa gracia natural con certificado de origen cordobés, ese desparpajo innato con el que captas las miradas sin pretensión alguna, esa capacidad de cuestionarte a ti misma y hacer autocrítica de los actos que no te hacen sentir bien. Sé que luchas contras tus inseguridades y que te es duro, sé que te da pánico la fragilidad del presente, te da miedo ser feliz porque cada vez que has creído serlo en el pasado se ha desmoronado todo y la hostia te ha dolido demasiado.

Tienes una inteligencia, una capacidad de trabajo y esfuerzo que admiro increíblemente, una sencillez y una ingenuidad que te hacen preguntar sin miedos ni tapujos,  por eso  aprendes tan rápido.

Eres una persona de las que dejan huella y a mí me la dejaste esa noche de noviembre en la que me cantaste “volver” en aquella azotea con vistas a Triana. Eres ternura pura, no te gusta juzgar sin argumentos, por eso es un castigo que los únicos prejuicios y miedos que tienes son con y para ti misma porque eso no te hace bien.


Sé que en el futuro la vida hará que nos despeguemos y que estemos más ausentes que ahora porque los ritmos nos cambien pero sé que te voy a tener en mi vida durante mucho tiempo. Sé que nos aportamos muchas cosas bonitas y que nos hemos cogido un cariño imparable, al principio incluso nos preocupaba la velocidad del acercamiento y los niveles de empatía. Ahora sabemos que hay momentos en los que encuentras alguien o algo que te rompe los esquemas y lo mejor que he hecho ha sido permitir que tú me los rompas. Me alegra inmensamente que seas capaz de permitir que te escuche y que te abras a mí cuando el cerebro te va a mil por hora, me gusta que sepas que puedes hacerlo porque no te voy a juzgar y desahogarte te hace bien, nos lo hace a todos.


Y sé que piensas que no soy objetiva y que no desprendes todas las cosas que yo veo en ti pero estás profundamente equivocada, Emilia.

Yo te aseguro que es así como las personas te vemos, lo único que hace falta es que tú también lo sepas.

sábado, 2 de agosto de 2014

Mi río Guadalquivir

Y el río le dice a Sevilla:

¡Ay si te cojo en Sanlúcar,
borracha de manzanilla!

Y en Sanlúcar no puedo
pero en Triana
me emborracho contigo
toa las mañanas. 

Adiós mi río, 
adiós mi río
desde Sanlúcar va y vuelve
cariño mío. 

Patanegra

martes, 22 de julio de 2014

Desbaratándome



La música siempre fue un hilo conductor en mi vida.



Las personas más valiosas que han pasado por ella comparten esta melomanía. Melomanía que es, indiscutiblemente, mi más preciada herencia genética.

Cádiz.

Música, unos amigos que a día de hoy son mis mayores aliados; sol, mar, cerveza, música, ron, ginebra, luna, la humedad mañanera del mar, conversaciones, bailes locos, más música. Plenitud. Satisfacción. Sentir que tanto drama ha merecido la pena. Saberte libre y sentirte aún más libre.

Y que cinco días parezcan cinco minutos. Y ya sabéis, la vida es eterna en cinco minutos.

Saber mis pasiones tan mías, sentir mi caminar tan intrínsecamente mío.

Rota. 80.000 personas. Concierto final del último día de festival. Tengo que encontrarte a ti cuando ni siquiera sabía que estarías allí.

Y tú siempre me subes las ganas.

¿Qué pasó? Que me es indiferente lo impasible que te sea. Me da igual bloquearte, aislarme de ti porque las ganas emanen de cara poro de mi piel y me acojono. Que cuando me siento fría como un témpano apareces repentinamente haciendo que regrese mi calidez natural y eso me sienta tan bien. Me reencuentro.


Por eso te miro con la fuerza de quien sabe que tendrá muy medidas y contadas ocasiones de hacer ese mirar algo habitual. Algo incompleto por el miedo a terminar nada. Nada.


Que vivimos dos historias diferentes pero para mí cada adiós es un hasta luego.

Ni puedo ni quiero decirte adiós y sólo espero que el siguiente hasta luego llegue pronto.

lunes, 7 de julio de 2014

Scopaesthesia


Scopaesthesia es la conjunción de dos vocablos griegos: skopein (mirar) y aesthesis (sensación).


Sé que no es algo demasiado científico pero me confieso partidaria de esta hipótesis que defiende la habilidad de distinguir cuando somos observados.

Ayer hubiese cumplido 107 años la mujer intensa por antonomasia: Frida Kahlo. Me acosté leyendo información sobre ella y hubo una frase que me encantó:


Escoge un amante que te mire como si fueras magia.

Obviamente la sensación de magia es tan personal y relativa que puede no tener nada de relación con la realidad; sin embargo es una emoción maravillosa porque te produce cientos de efectos mentales y físicos desbocados.

Desde el principio me hiciste sentir desbocada, de ahí tanto blindaje ante ti. Cuando me sitúo frente a ti siento esa scopaesthesia y, en consecuencia, esa magia irracional. Mi interpretación y participación en cada diálogo están cargadas de insinuaciones temerosas. Cuando me sitúo frente a ti, te excluyo. Te excluyo porque cuando te incluyo me vuelvo (más) insegura y vulnerable. Mi inconsciente toma las riendas y se me pone en marcha un fuerte instinto de autoprotección fruto del agotamiento emocional, tan intrínseco ya en estos días.

Más allá de lo duro que parezca este agotamiento emocional, a mi me esta suponiendo el impulso que necesito para no caer en la conformidad y el conformismo. El impulso que me induce a sumergirme en la búsqueda de aquello que me haga feliz, sin prisas ni relojes.

En realidad me lleno de dudas y recelos porque me es difícil asimilar que una sensación tan fuerte sea unilateral aunque tampoco lo sé. No sé si eres la causa o el efecto y ni siquiera sé por cuál de las dos me decantaría.

Debo confesar que me da igual la unilateralidad o la imparcialidad de estas sensaciones porque son maravillosas. Me inspiras a sentir y me despiertas los sentidos cuando más atrofiados estaban.

En el paseo mañanero y autista de vuelta a casa el domingo por la mañana se me repetía en la cabeza la canción de Los Piratas llamada “ansiedad”:

“Impotencia, ansiedad, melancolía, enojo, desconcierto, deseo, intensidad…”

Sobretodo intensidad. Frida Kahlo fue una mujer intensa. Ese paseo de vuelta a casa fue intenso, al igual que la ristra de sabores que arrastro últimamente.

Me declaro la más fiel amante de la intensidad.

Las intensidades te hacen sentir viva.

¡Viva la vida!

domingo, 29 de junio de 2014

Cambio de tercio.


Hay veces que me cuesta la vida escribir pero últimamente me cuesta vida y media no hacerlo. Es una necesidad para poner en orden mi cabeza, y ni por esas lo consigo, para qué engañarme.

Con dos horas y media escasas de sueño aquí ando agotada dándole vueltas a todo. Es jodido pero mientras más agotamiento mental hay en mi cabeza, más me exprimo. La parte buena es que es ahí cuando más sincera me soy.

El Kafka fue retroactivo anoche;  me recordó las noches de este invierno en las que prorrogaba aquella sonrisa como estímulo, me recordó las noches en las que me esforzaba por conocer a tíos con los que dar rienda suelta a mis instintos carnales más primarios, me recordó otro tiempo. Ahora ha pasado el momento en que la necesidad de alegrarme la piel era superior a alegrarme el corazón.

Un tiempo en el que no encuentro demasiada distancia espacio-temporal pero me parece muy lejano sin saber por qué. Estas sensaciones son así de repentinas y me siento profundamente desubicada últimamente, me siento sensible, vulnerable y expuesta al resto. Supongo que es algo natural después de haberme reconocido que se me estaba yendo de las manos el ponerme corazas y escudos protectores de riesgos vitales. Es cómo si este tiempo lo hubiera vivido entre paréntesis.

Anoche eché de más algunos bares y me brotaron esas ganas de que alguien me sorprenda. Me he cansado de fomentar historias que me vacíen y enfríen por dentro; necesito calidez, cariño y erizarme. No estoy diciendo que quiera amor, no hay etiquetas ni miedos pero después de casi un año ya no tengo la necesidad de inmunizarme a las personas, de imponerme la frialdad emocional por decreto y fingir para protegerme.

Es un tiempo en el que me aporta más una conversación improvisada y una mirada que me trasmita que un revolcón sexual con, por supuesto, su dosis de alcohol de por medio. Me di cuenta en la barra del Kafka al ir a pedir un tercio de cerveza y mirar los ojos que tenía cerca. Sentí estar fuera de contexto y no encontrar demasiado sentido a estar allí en ese momento por lo que me fui a casa sin pedir el tercio.

El problema viene cuando sin saber cómo, cuándo ni por qué recuerdo una mirada que me trasmite más que el resto, me deja de un buen humor que me perdura durante días y que echo de menos.

martes, 24 de junio de 2014

Caóticos

Tus ojos me trasmiten caos últimamente. 
Tus actitudes desordenadas, entremezclan la naturalidad intrínseca de nuestra relación con gestos nerviosos que denotan tu falta de tranquilidad y sosiego. Miradas compulsivas al móvil y nerviosismo en conversaciones en las que, realmente, no estás.

Puede ser que siempre hayas sido así y para mi haya pasado desapercibido.
Puede ser que se haya intensificado en el mes de junio por las movidas que arrastras.
Pero hay algo que sí que es: ahora lo percibo y me da rabia. 

Me da rabia tu dispersión. 
Me da rabia este stanby.
Me jode saber que entre nosotros nunca cambia nada y este es otro momento más que reprimir porque estas cosas contigo se me pasan.

Me mata que se me tenga que pasar sin ser capaz de hacer nada. Paralizada porque haya tanto en juego y me de miedo que nuestra relación se resienta.

Y, ¿sabes algo? 
Esta vez no se sí quiero que se me pase.
Esta vez me estoy cansando de reprimir impulsos que toman más peso en cada ocasión que me expongo a ti.
Esta vez, puede que lo joda todo.
Y es más que probable que me merezca la pena.

Tengo mis dudas y mejor no hacer demasiadas preguntas si creo que hay algo bueno que perder.