miércoles, 30 de diciembre de 2015

Magia inefable

Abrí el bar a las 11 de la mañana, en un estado de desorientación absoluto.

Fui atendiendo a los clientes de un modo automático, sin prestar atención pero siendo sorprendentemente efectiva. Aunque de haberme pedido alguien un chupito de cianuro con cáscara de pomelo y naranja, de buena gana se lo hubiese servido y cobrado.

A las 5 aparereció por la puerta con una bolsa de papel marrón que reconocí de inmediato. He comprado mucho en la librería Cervantes de calle pez durante este año.

Un libro de poesía con una dedicatoria que no tuve el valor de leer, aseguré que sería lo primero que haría al subir al tren en Atocha.

Y cuando el AVE comenzó a avanzar tuve el valor de abrir el libro. Entonces deseé no haber cogido el tren.
Y pude ver que un acontecimiento termina condenado a ser pasatiempo sólo si es lo que quieres. Lo que aparece aparentemente como banal puede terminar siendo un fenómeno mágico, sólo si tú quieres que lo sea.

La vuelta a casa por navidad ha sido preciosa, plagada de reencuentros y amor a raudales.
Aunque confieso que empiezo a morirme de ganas por volver a subir al tren pero dirección Madrid.

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