El año pasado celebré contigo aquel cuatro de diciembre.
Con ese pasodoble de Los Piratas que tanto me gusta:
"Cómo se puede olvidar veinte años de libertad. Libres, libres para siempre. ¡Qué bonita navidad de aquel 4 de diciembre!"
Y pese a que dejé de recordarte hace algún tiempo, me pone nerviosa tu regreso.
Sin darme cuenta he empezado a atajar por calle Regina para ir al centro.
Y calle Regina no es un atajo. Nunca fue un atajo.
Pasar por su recuerdo, no es solución. Cierto
ResponderEliminarA veces los atajos no son sólo caminos rápidos. Los hay que son hatajos de besos, hatajos de abrazos, hatajos de recuerdos, hatajos de pizzas en una escalera...
ResponderEliminarRecordar...inevitable y terapéutico si te quedas con lo afortunada que has sido por vivirlo.
ResponderEliminarUn beso