miércoles, 3 de diciembre de 2014

Atajos con trampa

El año pasado celebré contigo aquel cuatro de diciembre.
Con ese pasodoble de Los Piratas que tanto me gusta:

"Cómo se puede olvidar veinte años de libertad. Libres, libres para siempre. ¡Qué bonita navidad de aquel 4 de diciembre!"

Y pese a que dejé de recordarte hace algún tiempo, me pone nerviosa tu regreso.

Sin darme cuenta he empezado a atajar por calle Regina para ir al centro.

Y calle Regina no es un atajo. Nunca fue un atajo.

3 comentarios:

  1. Pasar por su recuerdo, no es solución. Cierto

    ResponderEliminar
  2. A veces los atajos no son sólo caminos rápidos. Los hay que son hatajos de besos, hatajos de abrazos, hatajos de recuerdos, hatajos de pizzas en una escalera...

    ResponderEliminar
  3. Recordar...inevitable y terapéutico si te quedas con lo afortunada que has sido por vivirlo.

    Un beso

    ResponderEliminar