No me supone ningún esfuerzo no recordarte demasiado. Desde que te fuiste o me fui, eso qué más da, todo ha mejorado y yo soy mucho más feliz.
Me alegro tanto de que hayas dejado de vivir a mi sombra, intentando constantemente dar la talla para lo que suponías que yo esperaba de ti y dejándote la piel en seguir los ritmos disparatados que, impetuosamente, yo iba marcando.
Llegaste a estas calles abandonando tu tierra por un amor que te inundó por completo, vivías esta ciudad a través de mis ojos. Ahora estás descubriendo esta maravillosa tierra sureña por tus ojos tristes con ese antojo ocular que te recordaba a Arnau.
Eso me ayuda a sentir que el final que puse entre nosotros es el mayor favor que podía hacerte llegados a la miseria en la que nos convertimos.
No regreses jamás.
Eso me ayuda a sentir que el final que puse entre nosotros es el mayor favor que podía hacerte llegados a la miseria en la que nos convertimos.
No regreses jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario